Singapur es el país más pequeño del sudeste asiático con alrededor de 700 kilómetros cuadrados y menos de 5 millones de habitantes, más de dos millones de extranjero, que lo convierten en el tercero más densamente poblado del mundo.
Su historia fue tan azarosa como la de cualquier país pequeño y agredido. Fue ocupado por los japoneses durante la segunda guerra mundial. Colonia británica hasta alcanzar su independencia en 1965, separándose de Malasia, su vecino.
En 1959 llegó al poder Lee Kuan Yew, considerado como el Padre de la Patria, con el Partido Acción Popular que aún se mantiene en el poder, pero ahora, desde el 2004, bajo el mando de su hijo mayor Lee Hsien Loong quien produjo cambios estructurales radicales y medidas ejemplarizadoras que han convertido a ese país en una potencia económica y educativa mundial.
En el año 2000 nadie quería vivir ni visitar Singapur por los niveles de violencia, criminalidad, atracos, violaciones sexuales, terrorismo, prostitución, sabotajes. Nadie estaba seguro en ningún lugar, nadie respetaba las leyes, pues no había quién las hiciera cumplir. Políticos, militares, policías, funcionarios, jueces, abogados, periodistas, etc., encabezaban la lista de corruptos.
Singapur era un infierno subdesarrollado con mendigos y vertederos por doquier. (Cualquier parecido con la República Dominicana no era coincidencia).
Las fuerzas morales que aún quedaban decidieron hacer un alto y darle un giro de 180 grados al pequeño país, costara lo que costara. Las medidas fueron duras, es cierto, pero valió la pena. De 500 mil presos por diversos crímenes y delitos, hoy quedan menos de cien. Barrieron con los corruptos militares, policías, políticos, funcionarios, jueces, periodistas, abogados, médicos, etc. Aprobaron nuevas leyes entre ellas la pena de muerte, mediante la horca, a los corruptos, violadores, narcotraficantes, etc. En pocas palabras, disciplinaron la nación con educación y fuerza. Hoy Singapur está entre los “Cuatro Tigre Asiáticos” junto con Taiwán, Hong Kong (China) y Corea del Sur.
Gracias a las valientes decisiones Singapur es un país desarrollado, que posee el mejor sistema educativo del mundo junto con el de Finlandia, sin analfabetos, con universidades autónomas que están entre las 30 mejores del mundo. Tiene cuatro idiomas oficiales, inglés, Mandarín, Malasio y el Tamil.
País rico, porque el dinero nadie se lo roba, con el tercer o cuarto centro financiero más importante del planeta y el segundo puerto del mundo, donde todos los días hay 800 barcos de carga estacionados. Está entre los primeros constructores de bases submarinas. El ingreso per cápita es de los más altos del mundo, superior a los 38 mil dólares.
Como es un país tan seguro, Singapur es visitado actualmente por unos diez millones de turistas.
Algunos países como Estados Unidos, instituciones como Amnistía Internacional han denunciado violaciones a los derechos humanos y a la libertad de expresión en los medios de comunicación. (La libertad está limitada por el interés general del país).
Gracias al cumplimiento estricto de las leyes y las normas Singapur es hoy un país próspero, considerado por organismos internacionales como uno de los mejores y más seguros para vivir del mundo. (Tolerancia cero a la corrupción, el narcotráfico y el crimen).
Algunas leyes pueden parecer hasta risibles, como las multas al que escupe en la calle, al que mastica chicle y los pega en las puertas o en los escritorios, al que usa los baños públicos y no descarga los inodoros al marcharse, al que lanza basura en las calles. Por eso es uno de los países más limpios del mundo.
Calles asfaltadas, bien iluminadas y protegidas. Tener un carro es un problema porque cuesta mucho dinero y es preferible utilizar los autobuses, los taxis o cualquiera de las 5 modernas líneas del metro.
Los mejores estudiantes son los que estudian magisterio. El salario de un maestro es similar al de un ingeniero. (En la República Dominicana el que no da para más nada estudia magisterio, derecho, publicidad, mercadología o periodismo. Si no estudia, se “engancha” a político, guardia o policía)
Singapur, al igual que otros países, ha probado que sí se puede, que solo hace falta voluntad, actitud, disposición, deseo, vocación de servicio, amor por el país y por la gente. (¿Quién le pone el cascabel al gato en la República Dominicana?)