Es increíble que un pueblo tan laborioso y pacífico como el banilejo se haya lanzado a las calles, como lo hizo ayer, porque a sus casas y a sus generosos surcos y crianzas no llega el agua de sus ríos, arroyos y canales. Es increíble que una de las provincias más productivas del país se declare a viva voz, como lo hizo ayer, en estado de emergencia, porque se muere de sed. Y no la mata la sequía, sino la irracionalidad de una burocracia insensible, carente de inteligencia y sentido de justicia, que manda el agua de Valdesia hacia la Capital del derroche de millones de galones cada día. En verdad, es increíble.