La elección de Syriza, formación de izquierda radical que ha prometido caminos distintos al de la austeridad para poner mayores ingresos y capacidad de compra en el bolsillo de los griegos, continua el proceso de inestabilidad política que inicio con el colapso financiero del 2008.
Dos años ha que Antonis Samaras, líder del Partido Nueva Democracia ganó las elecciones sin mayoría absoluta pero pudo conformar gobierno con otros dos partidos, los socialistas del Pasok y la izquierda moderada Dimar, no prometió mucho pero lo que dijo que haría lo cumplió, cero déficits fiscal, incorporación al Euro y permanencia en la Unión Europea, reacomodo de plazos e intereses de la deuda para hacerlos más llevaderos.
¿Qué podía hacer un gobernante con un país que había acumulado el record de llevar su endeudamiento sobre un 170% de su PIB, que había reducido un 25% de su PIB?
Administrar con pulcritud y austeridad y los frutos incipientes de su gestión empezaban a despuntar: Grecia cobraba confianza en la Unión Europea y la comunidad internacional, pero la austeridad incluyó el despido de 200,000 mil empleos que abultaban la nómina del Estado y el cúmulo de seis años de austeridad había disminuido los hábitos de consumo de la clase media.
El cuadro se torna aún más lúgubre con 300 mil personas en la pobreza patética, con el crecimiento de 25% del desempleo, que llega a ser de un 50% en la población juvenil y otras 300 mil personas que han tomados sus maletas y se han ido a otros destinos, y como 300 mil es el número mágico, de esa suma en millones de euro es el monto de la deuda externa.
Alexis Tsipras, joven carismático de 40 años de edad, licenciado en ingeniería pero sin ninguna experiencia de gobierno empezó a pregonar cosas que sonaban agradables a los oídos pero que no resisten ningún ejercicio racionalidad, como que un país podía desentenderse de manera unilateral del 33% de su endeudamiento y que se distribuirían recursos de los que no se disponen, y resulta que los electores de la cuna de la civilización helénica occidental no se lo tomaron a chiste, votaron ampliamente por él, rompiendo con la tradición europea de tener a la izquierda radical como parte del escenario democrático, pero jamás como opción de gobierno.
Es cierto que al día siguiente el sol salió y los cajeros de los bancos daban dinero, pero a los varios días ya le escaseaba, y entonces la gente ha empezado a ir a la oficina de los bancos y el país está viviendo una estampida bancaria peor que en la etapa más crítica de la crisis del endeudamiento, lo que ha llevado al comunista-keynesiano, combinación muy extraña la de Tsipras, a pedir paciencia para unas profundas reformas que piensa introducir, que ojalá se vean antes de que Grecia se vea urgida a otras elecciones anticipadas.
Los problemas de Grecia, conforme al mensaje de Syriza son por culpa de la Troika que forman la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
Lo que ha ocurrido en Grecia es que quienes han estado pagando la peor parte de la crisis han apostado a profundizarla en venganza por la irresponsabilidad de una clase política a la que solo le interesaba los beneficios particulares de la coyuntura, consumir y enriquecerse en el momento que les tocaba gobernar, y que las cuentas les lleguen a otros.