Para mucha gente votar es un deber ciudadano, yo prefiero verlo como derecho. Elegir y ser elegido es una acción que debe realizarse con conciencia, empoderado de la realidad y lo que tu Estado necesita para mejorar, conociendo las propuestas de quienes aspiran a un puesto electivo y, sobre todo, bajo la convicción personal de que ir a la urna es un privilegio más que un castigo.
Desde hace poco más de 10 años que tengo el derecho de votar en cualquiera de las manifestaciones electorales, ya sea local, gremial, municipal, provincial o nacional. Sin embargo nunca he participado de esa “fiesta” y no me arrepiento. Las razones se las dejo para que me juzguen, me sigan o simplemente respeten mi derecho a no usar ese derecho.
No he votado porque… en los 171 años de vida republicada que tiene Dominicana la Constitución se ha modificado o reformado en por lo menos 38 ocasiones, con una media de dos intervenciones cada nueve años, todas con un punto en común: perpetuar el liderazgo de turno. Lo peor del caso es que todo parece indicar que la maniobra se repetirá con los mismos actores del cuento en una Carta Magna neonata.
Porque… los hechos confirman que los votos solo importan en las estadísticas de la Junta Central Electoral. Quitar o poner a tal o cual candidato en un determinado puesto “electivo” dependerá, única y exclusivamente, de una o dos personas que toman la decisión cual si se tratara de estrategia en torneo barrial de dominó. Los puestos no son electivos, son selectivos.
Porque… la cuestionada Ley de Partidos Políticos lleva más de un lustro en el Congreso y su aprobación se prolonga en cada legislatura porque no le conviene a los actores que se fiscalicen los recursos usados en las opulentas campañas carentes de creatividad y con desbordante premura. Además, es una de esas utopías que perecerá por desuso a sabiendas de que ni siquiera en el propio Palacio se presenta un interés marcado de aprobación.
Porque… la politiquería endémica forma caudillos en vez de líderes y eso repercute en una población clientelar que tiene como modelos a seguir personas tan cuestionadas como las fortunas que amasan sin probabilidades lógicas de porte. Se inmortaliza a Maquiavelo con aquello de que “el fin justifica los medios”, aunque ese medio esté sucio de sangre, lavado de dinero o empolvado de droga.
Porque… ninguna de las opciones que se han presentado representa el interés, no particular, sino colectivo de una sociedad carente de sentido común. No se debaten propuestas sino fracasos, no se cuestionan ideas sino huellas corruptivas, no se plantean soluciones sino que las opiniones se basan en diferenciarse del adversario, aunque en el fondo, como dice Ricardo Arjona, “la mierda huele igual sea de príncipe o sirvienta”.
Porque… el voto solo es importante uno de cada cuatro años. Los politiqueros se aprovechan de las necesidades perentorias de mi nación para solucionar parcialmente alguna de ellas y con eso afianzarse feligreses que les defenderán hasta con la muerte, sino pase por la historia para que vea los reportes de muertes en tiempos electorales.
Porque… la demagogia durante las marchas de los candidatos es nauseabunda. Selectivamente buscan el niño desnutrido para cargarlo, la anciana desvalida para abrazarla y el obrero marginalizado para levantarle la mano y prometer una mejor calidad de vida, como si este problema de inequidad social se resolviera con portadas de prensa y seguidores en Twitter.
Porque… ninguna de las propuestas plantea una ideología razonable. Si el vehículo no funciona, aunque cambien mil conductores, el problema seguirá latente. No se trata de rostros distintos sino de criterios depurados y conciencia renovada.
Porque… me faltan dedos para contar los ministros, funcionarios y legisladores que no están capacitados para un desempeño mínimo de sus funciones. Y no hablo de tener una licencia para usar un micrófono si no de vocación social, alma política y sapienciaprobada. Si bien es cierto que no se puede excluir a una persona por su capacidad cognitiva, pero la ignorancia no puede ser el referente para ocupar un puesto en cualquiera de los poderes estatales.
Porque… durante las elecciones se violan todas las normas y nada pasa. Alquilan equipos de sonido que secuestran, violan y descuartizan los tímpanos por los altos decibeles. Además, se buscan todos los motoristas del barrio para que trasladen a sus posibles votantesy no le exigen cascos, ni identificación, ni siquiera los papeles de la motocicleta. Algunos son más descarados y usan los recursos públicos a simple vista. ¿Y las autoridades?, bien gracias.
Porque… mientras en España hay un Podemos que está revolucionando las masas y se perfila como una de las opciones para las elecciones venideras, en mi acéfala nación se discute el regreso o salida de un “líder” hacia otro grupo blanco, morado, rojo o cualquier otro que flote en este eufemismo llamado política.
Porque… lo que tenemos es un partido Moderno con actores ancestrales, uno de la Liberación con manejo estrictamente vertical, un Reformista cuya única reforma ha sido el cambio de billetes que mensualmente reciben y un Revolucionario cuya revolución se quedó estancada en luchas del pasado siglo.
Porque… a media que pasan los días me convenzo más de que para tener oportunidad de desarrollo no hace falta que te pases cinco años en una universidad, que sacrifiques tu empleo y familia por una maestría en el extranjero, que exhibas una conducta intachable, que seas religioso, ateo o exégeta, que seas un defensor de tu comunidad y mucho menos que tengas ideología, lo único que te garantiza un chance de progreso es votar por perencejo para que hable con el primo del amigo del hermano del cuñado del sobrino de sutanejo y te consiga una botella en cualquier instancia donde no llegue la auditoría de la Cámara de Cuentas.
Porque… quiero dejarle un legado indeleble a mi heredero y si asumo una postura politiquera con cualquiera de las ofertas actuales estaría aportando a que mañana, cuando desee emprender su camino, no quede nación para hacerlo. Creo que a este barco le robaron la brújula hace rato y el panorama está tan sombrío que ni el divino cielo conspira en favor de los históricamente jodidos.
Porque… votar debe ser un derecho y mientras eso no se respete, la politiquería seguirá prostituyendo a la política para acortar la poca vida que le queda al jodido sistema.Y lo malo para ese modelo petulante es que como yo hay mucha gente harta de la misma vaina, ¡carajo!