Febrero, el segundo mes del año es hermoso, agradable, fraterno y hasta contradictorio especialmente para la República Dominicana. Está dedicado al Mes de la Patria cuando en verdad todos los días deberían ser de la Patria, no obstante, hay que celebrar nuestras efemérides y recordar a nuestros héroes y verdaderos patriotas.
Coincide igualmente con el día 14 recordado en muchos países y particularmente por la comercialización como “Día del Amor”. Todos los días deberían proyectar amor, comprensión, ternura y tolerancia entre los seres que se profesan amor.
La programación de actos que organiza la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, dirigida por el sobresaliente historiador Juan Daniel Balcácer debe recibir el respaldo de toda la población dominicana. Ya en enero, en ocasión del 200 aniversario del nacimiento del patricio Juan Pablo Duarte, se organizaron diversos eventos.
Toda nación que valorice y respete sus fechas patrióticas debe integrarse activamente a esas conmemoraciones, sin importar posiciones políticas, religiosas o estratos sociales.
En ese contexto, en el país hay que hacer mayores esfuerzos para que las presentes y futuras generaciones de dominicanos y dominicanas conozcan, respeten y valoricen a sus verdaderos héroes. Aquellos que sacrificaron sus propias vidas para entregarnos nuestra identidad, soberanía y territorio.
Hay que ir a las escuelas, liceos, institutos superiores y centros académicos así como a los medios de comunicación para promocionar los valores e identidad nacional, de manera que los jóvenes de hoy y adultos del futuro sientan amor por su patria. La bandera, himno y escudo nacional deben ser exaltados a los niveles más alto de la conciencia de que cada hijo de este territorio de 48 mil kilómetros cuadrados.
Las principales empresas e instituciones públicas y privadas del país deberían editar folletos, afiches y camisetas con la simbología patria para distribuirlas entre la población.
No podemos permitir que desde el exterior nos quieran imponer medidas que pudieran lesionar y atentar contra nuestra integridad como nación, que sería lo mismo que ofender y mancillar la memoria del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte.
Desagradable Confrontación
Más aún estamos ante un cuadro de confrontación progresiva entre sectores que se consideran los dueños de la identidad nacional. Los “nacionalistas” y los supuestos “traidores de la patria” están enfrentados desde hace varios meses en una lucha feroz que parece no tener fin y que amenaza con agudizarse, lo que podría generar un conflicto de inimaginable consecuencias.
¿Por qué no parar ya con ese impasse que en nada beneficia a los dominicanos que deseamos vivir en paz?
Partiendo de esa observación, pienso que las cosas han llegado muy lejos al extremo de lanzar insultos y amenazas de muerte contra periodistas que están en su legítimo derecho de expresar sus libres opiniones y hasta de disentir de sus contrarios en el tema de la nacionalidad y la presencia masiva de haitianos en el país.
Por primera en la República Dominicana desde el gobierno se asume la responsabilidad de establecer un control migratorio, y sobre todo, un proceso de reorganización y dotación de documentos a los extranjeros que habitan nuestro territorio.
El debate debió estar orientado a fortalecer la nueva política migratoria enarbolada por el gobierno del presidente Danilo Medina, que ha hecho enormes esfuerzos económicos y técnicos para dotar de documentos a los extranjeros, lo que ha merecido el reconocimiento incluso de organismos internacionales.
Las propias ONGs que defienden a los haitianos debieron de colaborar con más entusiasmo en esta noble tarea y no limitarse a simplemente criticar y atizar el fuego buscando crear un conflicto de impredecibles consecuencias para los dos países que comparten la Isla de Santo Domingo.
No se entienden cómo desde las propias entrañas nacionales se esté promoviendo sistemáticamente una visión antinacional, afectando la imagen de nuestras instituciones y de nuestra marca país.
Sistemáticamente se han producido acciones vandálicas de quema de la bandera nacional en campos y ciudades del país. Y por supuesto, es reprochable la violencia escenificada entre dominicanos y haitianos en algunos poblados lo que contribuye a generar un clima de animadversión progresiva.
El caso reciente de un haitiano hallado colgado en un árbol de un parque en Santiago de los Caballeros merece una seria investigación de las autoridades.
En consecuencia, los pasos institucionales de la Dirección General de Migración, Ministerio de Interior y Policía, Junta Central Electoral y del Ministerio de Defensa a través del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza en lo que tiene que ver con la masiva presencia de haitianos han sido duramente criticados.
Toda nación debidamente constituida tiene legítimo derecho a establecer su norma migratoria y regular la presencia de extranjeros en su territorio conforme a sus intereses económicos, políticos y diplomáticos.
Ojalá que en este mes de la Patria los dominicanos que verdaderamente amamos este territorio caribeño reflexionemos seriamente sobre el desborde de las pasiones en torno al tema de la nacionalidad y control migratorio.
República Dominicana está compelida a establecer y respetar sus normativas migratorias porque de lo contrario estaríamos ante una especie de un apreciable solar sin propietarios y sin dolientes.
Jueves, 12 de febrero del 2014