Ahora, a 37 años de aquellos sangrientos doce, la misma caverna, hoy con otro ropaje, quiere sangre. “Muerte a los traidores”. Sangre. En las calles y en los parques. Sangre. Por las redes sociales e internet. Sangre. Por la televisión, la radio y los diarios. Sangre… ¿El Gobierno no se ha dado cuenta de que podría sobrevenir una catástrofe? ¿Es que no puede mandar a parar el curso hacia la sangre? ¿Es que Danilo Medina no se percata de que mañana cargaría inmerecidamente el maldito estigma de la sangre, y ya no habría paz ni siquiera para saltar charquitos en los campos y besar carajitos en las escuelas?