Como parte de la campaña sucia que se desarrolla ahora mismo contra el ex presidente Leonel Fernández utilizando para ello a un narcotraficante convicto y desacreditado, su colega en el oficio presidencial, Hipólito Mejía, le ha reclamado que aclare “sus vínculos” con el delincuente.
La petición-reclamo-orden de Hipólito a Leonel se produjo mediante nota difundida por su equipo de prensa, lo cual significa que no fue ofrecida—como suele hacer el dirigente político—de manera repentina y sin razonarla, sino que fue sopesada debidamente. Al menos eso se supone.
Y asumiendo que sus declaraciones no fueron sacadas de contexto es que utilizamos el titular para resaltar lo poco noble que es el aspirante presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Explico el porqué: en el fragor de la campaña electoral de 2004, cuando Leonel e Hipólito se batían en una feroz contienda por la Presidencia de la República, surgió una denuncia-imputación de comerciantes, conforme la cual el hijo mayor del entonces jefe del Estado supuestamente estaba introduciendo arroz de contrabando a través de la frontera, valiéndose de su condición.
A pesar de estar enfrascados en la lucha por el poder, cuando mucha gente recurre a cualquier bajeza a los fines de obtener capital electoral, el doctor Fernández no se hizo eco de aquella denuncia por creerla irresponsable, y en cambio emitió unas declaraciones que sirviendo para desactivar la campaña.
Y lo hizo con una contundencia tal que no dejaba lugar a dudas, cuando afirmó que defendía la honradez del hijo de Hipólito, porque “es un hombre de trabajo”.
Recordamos que aquellas imputaciones desaparecieron de los medios de comunicación y nadie del entorno del candidato del Partido de la Liberación Dominicana se hizo eco de ellas ni mucho menos las repitió.
No sabemos si en privado Hipólito agradeció el gesto de Leonel al sacarle las castañas del fuego a su hijo y apaciguarle una tormenta al propio mandatario, pero al menos públicamente no lo hizo.
Lo que sabemos es que la campaña de Mejía utilizó a unos delincuentes de la política que le montaron a Leonel una bajeza al atribuirle ser cabeza de una maniobra para desestabilizar la tasa de cambio con fines electorales, algo tan burdo y rastrero que incluso dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano—fuerza que postulaba a Hipólito—se sintieron asqueados.
Estamos en presencia de dos personalidades diferentes. Una—Hipólito—que echa mano de cualquier basura para tratar de afectar a un adversario, y la de Leonel, que guarda sus armas para una confrontación en buena lid y para una confrontación caballerosa.
Hipólito no sabe que al hacerse eco de las imputaciones de un delincuente convicto y confeso sin presentar pruebas, está ayudando a abrir un estercolero que terminaría embarrando a todo el liderazgo político nacional, con funestas consecuencias.
Consecuencias que a la postre las pagará el país, pues si contribuimos a minar el liderazgo político lo que hacemos es ayudar a que el espacio de dirección lo ocupen otros actores distintos al quehacer de la política, que no siempre resultan los mejores
Que la bajeza la materialicen medios de comunicación y comunicadores que sin querer o queriendo se convierten en voceros ex oficio del delincuente, es diferente a que la correa de transmisión sea un ex presidente y aspirante a candidato como es el caso de Hipólito Mejía.