Recuerdo (lo recordamos) al sencillo y afable Abelito Rodríguez del Orbe de fines de los 70 que, asistido por un pino nuevo llamado Leonel Fernández, defendía las causas históricas del gremio periodístico, que reclamaba respeto a la libertad de expresión y a su hermanita libertad de prensa; lo recuerdo (lo recordamos) como valiente defensor de las causas más justas, incluso como guerrillero, en una sociedad ultrajada por el despotismo. Ahora sinceramente no reconozco a este Abelito soberbio, amargo, intimidante y extraviado. Me lo han cambiado. Creo que es un producto falsificado. Ojala se castigue a los culpables de tan burda falsificación.