Por Paulino Antonio Reynoso
Las palabras demagógicas que va a pronunciar el presidente Danilo Medina ante la Asamblea Nacional se las acaba de desmentir por anticipado el contundente mensaje que, con motivo al 27 de febrero, han enviado al país los obispos católicos de la República Dominicana.
Los obispos fueron claros y precisos. Hablaron del país real que es República Dominicana. No del ficticio país que se han inventado los miembros de la Corporación PLD para engañar a los indulgentes e ignorantes.
Los obispos no son mezquinos.
En su mensaje hablan de la importancia del 911, de los pasos que ha dado el gobierno en el área educativa y del apoyo a los productores agrícola y las pequeñas empresas.
Es una pena que los politicos oportunistas e irresponsables lo único que dicen ante el contundente mensaje de los obispos es que están de acuerdo con lo planteado. Pero los que por el voto consciente o no de los dominicanos tienen la responsabilidad de resolver y enfrentar los grandes males que padecemos, no tienen el coraje ni siquiera de decir qué van a hacer para lograrlo.
Con el sugestivo tema de: “Amor y Solidaridad, camino de santidad”, los obispos dominicanos desnudan las instituciones dominicanas, en especial las vinculadas a los poderes del Estado.
Y no parten de falsas interpretaciones y de observaciones parcializadas de la realidad. Ellos mismos se encargan de decir que su mensaje surge de lo visto y oído en sus diferentes contactos cara a cara con su pueblo.
A diferencia de las bocinas del partido de gobierno y del mismo gobierno, los obispos se sienten impactados por el aumento de la criminalidad, por el auge de la delincuencia organizada y del sicariato en particular, del narcotráfico y del feminicidio.
Al referirse a la paz y a la justicia, los obispos, haciendo referencia al Salmo 18, dicen que la justicia y la paz se besan. O sea, la justicia está unida intrínsecamente a la paz e igualmente la paz a la justicia.
Cuando los sectores profesionales, los comerciantes, los técnicos, sastres, ebanistas, plomeros, electricistas, carpinteros, modistas, estilistas, barberos, mecánicos, choferes, transportistas, camareros, servidoras del hogar, empresarios, académicos, los guías turíticos, los líderes religiosos, en fin, todos los sectores organizados o no de la sociedad, cuando hacen el bien y “ofrecen su talento en las múltiples tareas que brindan a la sociedad”, están contribuyendo con la justicia y la paz.
Pero los obispos, citando el documento de Medellín del 1968, insisten en que en nuestro país hay una violencia institucionalizada. Y no se quedan ahí. Dicen que esa violencia institucionalizada tiene su origen en las profundas desigualdades sociales. Y, para que no se le ocurra al presidente Danilo Medina hablarle al pueblo de nuevo la misma mentira sobre la pobreza, los obispos, citando un reporte de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), dicen que la pobreza golpea a un 40% de la población, siendo el 28% la media en toda América Latina. Y peor aún, los obispos, citando la misma CEPAL, dicen que encabezamos el listado de países con más indigentes, con un 20% de la población, siendo 12% el promedio de la región.
La violencia y la desigualdad institucionalizada; la carencia de transparencia y la debilidad institucional; la corrupción pública y privada; la impunidad y deficiencia en la aplicación de la justicia; el aumento desmesurado del endeudamiento; un sistema energético deficiente e injusto; un sistema de salud deficiente; el irrespeto a la independencia de los poderes del Estado; una política migratoria desequilibrada; auge del narcotráfico y del consumo de drogas; irresponsabilidad y deficiencia de nuestros cuerpos de seguridad; exceso de consumo de bebidas alcohólicas y juegos de azar; degeneración del ambiente intrafamiliar y violencia contra el niño en el vientre de su madre….Ese es el panorama que nos pintan los obispos de ese “NUEVA YORK CHIQUITO” inventado por la Corporación PLD.
¿Qué sugieren los obispos?
Ellos concluyen su mensaje diciendo que para que la justicia y la paz se besen es necesario promover un dinamismo económico que favorezca a toda la población; que haya institucionalidad y justicia; cultura de derecho; promover el empleo para mejorar la calidad de vida; incentivar una política laboral apegada a la justicia universal; promulgación de la ley de partidos políticos; reencauzar las relaciones internacionales y una verdadera conversión al Señor en lo personal, en lo familiar, en lo comunitario y en lo social.
Ahí tenemos los dominicanos ideas abundantes para nuestra reflexión en Cuaresma y para todo el año 2015.
El autor es escritor, dirigente político y ex sacerdote.