Leonel Fernández es un hombre desacreditado y no es por las acusaciones que le hace el narcotraficante Quirino Ernesto Paulino Castillo. Ya antes se le había atribuido desaparecer el dinero del empréstito de la Sun Land, de firmar un contrato leonino con la Barrick Gold y dejar en el 2012 un déficit superior a los 200 mil millones de pesos, para sólo citar algunos hechos.
Además, se le percibe como la cabeza de una corporación mafiosa en la cual Félix Bautista, acusado de enriquecimiento ilícito, evasión de impuestos y lavado de activos, es un discípulo destacado y hombre de su extrema confianza. Pese a su deteriorada imagen pública, todas las firmas encuestadoras siguen señalando al doctor Fernández como opción de poder para la contienda electoral del 2016.
Pero si hay un candidato que le conviene a la oposición (muy fragmentada por el momento) ese se llama Leonel Fernández, porque no habría que sentarse a diseñar estrategias. El se ha encargado —no la debilitada y dispersa oposición, como atribuye un perverso litoral de nuestra prensa— de construir su eventual sepultura política, por la comisión de múltiples excesos y por subestimar la inteligencia de la gente.
Si la oposición no le gana a Leonel Fernández, el peor candidato que podría presentar el oficialismo, es sencillamente porque no le gana a nadie. ¡Imagínense, amigos lectores, que se reforme la Constitución de la República para que el actual jefe de Estado pueda optar por otro período! Danilo Medina tiene una elevada aprobación popular, porque oferta humildad, no ha tenido oposición e Hipólito Mejía se la ha pasado elogiándolo.
Esos, entre otros, son los elementos causales de su buen posicionamiento político. Medina está muy lejos, como se cree, de hacer un excelente gobierno.
El presente gobierno es fruto del uso de una avalancha de recursos públicos usados en la campaña electoral del 2012. Y en su mandato ha garantizado impunidad a los desfalcadores, bajo la consigna de “no tirar piedras hacia atrás”, ha mantenido la nómina parasitaria (lo que ocurre en la Cancillería es un solo ejemplo de lo que ocurre en toda la administración pública), ha dado continuidad a la carrera de empréstitos, contribuyendo a que la deuda externa se convierta en eterna, y los precios de los artículos de la canasta familiar suben a diario.
¿Dónde está el tremendo gobierno que ha hecho Danilo Medina?
Ese es el mismo Danilo Medina que fue a solidarizarse con Leonel el 14 de febrero, Día de San Valentín, por las acusaciones formuladas por Quirino, cuando su deber como jefe de Estado era pedir una exhaustiva investigación? Esa investigación no la pide Danilo, pero tampoco ningún otro dirigente del PLD, pese a tratarse de una justicia dirigida por Marianito Germán, un cuadro ortodoxo del Partido de la Liberación Dominicana.
Se sabe, anticipadamente, que una investigación de la justicia dominicana sería un simple teatro, sin alcanzar los niveles del que se le hace a Félix Bautista. “Teatro, puro teatro”, como decía La Lupe en la canción.
Si el presidente del PLD es inocente de las imputaciones que hace Quirino, es a él (a Leonel) que más le conviene que el caso se lleve a las últimas consecuencias. En mi caso pediría una comisión de investigadores internacionales, para despejar duda de la segura parcialización de miembros de mi partido. No aceptaría teatro.
Pero el hecho es no creer porque no conviene creer y punto. Lo que infiere que es todo el cuerpo de esa entidad política o corporación que ha hecho metástasis y la estrategia electoral tiene que estar basada en el colectivo, porque si el candidato presidencial es Danilo Medina, que es posible mediante una reforma a la Carta Magna, la oposición (¡vaya oposición!) se queda sin estrategia para enfrentar a ese poderoso candidato y no habría que esperar siquiera que los cuadros peledeístas, de la JCE y el TSE, cuenten los sufragios.