Aunque sus logros en el ámbito socioeconómico abarcan el crecimiento del empleo, la disminución de la pobreza, la mejoría del ingreso per cápita y la diversificación energética, el principal mérito de Pepe Mujica en “su corto período” de cinco años como presidente de Uruguay, hay que buscarlo en otros parámetros no materialmente cuantificables.
Su gran aporte como gobernante es haberle recordado al mundo que el poder se puede ejercer con nobleza y humildad, y que el afán de lucro personal, en contraste con la pobreza de la mayoría, no siempre es la principal razón de la política y de los políticos.
En el caso dominicano, el ejemplo de Mujica llega en un momento muy oportuno, cuando gana cada vez más terreno la idea de que la política es una actividad puramente utilitaria para quien la ejerce y no para la sociedad a la que supuestamente debe servirse.
A diferencia de Mujica, que hizo un esfuerzo para llevar una vida austera para no distanciarse demasiado de su pueblo , muchos políticos dominicanos no tienen ningún empacho en promover y practicar la cultura del derroche y en estrujarnos en la cara lo bien que les ha ido en el poder mientras a la mayoría de la población se les hace cada vez más difícil ganar la batalla del día a día.
Organismo internacionales como el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina (CELA) han certificado que en los últimos diez años la República dominicana ha registrado una de la más elevadas tasa de crecimiento económico del Continente mientras al mismo tiempo aumenta la tasa de la pobreza y la indigencia, convirtiéndonos en el país con mayor nivel de desigualdad de toda la región.
Es decir, que el progreso ha sido evidentemente secuestrado por quienes han administrado la riqueza que ha producido el país a base de un masivo endeudamiento. No hay otra forma de explicarlo, pero tampoco nadie se preocupa en disimularlo, ya que está a la vista de todo el mundo.
Ojalá que el ejemplo de Mujica nos sirva para repensar nuestra forma de hacer política y de ejercer el poder. Comparto dos de sus citas más representativas:
“La política no es un pasatiempo, no es una profesión para vivir de ella, es una pasión con el sueño de intentar construir un futuro social mejor” (Pepe Mujica).
“Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de igualdad” (Pepe Mujica). 4 de marzo 2015.