Para mediados del siglo XVI -1531 si la memoria no se burla de mis neuronas-, Nicolás Maquiavelo publicó una obra que, después de El Príncipe, se podría considerar como su manifiesto sociopolítico más estudiado. Me refiero al “Discursos sobre la Primera década de Tito Livio” donde analiza la Italia de aquellos días y las acciones que deberían tomarse para hacer de una república un aparato eficiente. Claro, desde el punto de vista monárquico.
En fin… Ese discurso estuvo divido en varios capítulos y en el 11 hay un párrafo que me permito citar en manera de prólogo escueto para la hipótesis que más adelante planteo: “Quien en los actuales tiempos quisiera fundar una república, le sería más fácil conseguirlo con hombres montaraces y sin civilización alguna, que con ciudadanos de corrompidas costumbres; como un escultor obtendrá mejor una bella estatua de un trozo informe de mármol que de un mal esbozo hecho por otro”.
Extrapolando a mi república caribeña ese ideal radical, pero pragmático, debo confesar que después de más de medio milenio Maquiavelo, a todas luces y sombras, tenía razón. Por más que sumo, resto, divido, multiplico y hasta fracciono el rumbo de la sociedad en la que sobrevivo, no le encuentro otra salida a lo podrido que cortar el árbol de raíz y sembrar otro con ideales más firmes, claros, equilibrados y responsables. En la sociedad de hoy no vaticino mañana.
¿Y por qué mi pesimismo si soy un posteador de tuits optimistas y comparto publicaciones motivacionales? Simple… porque por más penetración que tenga el mundo virtual en nuestro diario vivir, al apagar el ordenador o guardar las TICs te das cuenta que tu entorno difiere mucho de tu timeline y, por eso, te encuentras con personas dependientes de un aparato, pero no les motiva el Smartphone como tal sino que en ese mundo manipulan la realidad que quieren y con mover los pulgares hacen malabares para ignorar lo que en lo tangible es inevitable evadir: una sociedad podrida, jodida y sin esperanzas.
Y quizás insistan en que estoy exagerando; bueno, para muestra pongamos varios ejemplos:
El caso más reciente es el del ex militar y condenado narcotraficante Quirino Paulino Castillo –El Dón-, quien después de cumplir nueve años de prisión en los Estados Unidos a cambio de ofrecer informaciones confidenciales, regresó al país escoltado, fue recibido por un equipo especial de agentes que se pagan de mis impuestos y posteriormente transportado en una yipeta blindada hasta un lugar todavía desconocido. Hablamos de un capo que en diciembre de 2004 fue apresado con 1,387 kilos de cocaína, la cantidad más grande hasta esa fecha.
Hoy Quirino está en la media isla que lo voy nacer y ya se sabe que planea reclamar los bienes incautados por el Estado al momento de su apresamiento y deportación. Las informaciones mediáticas de la época valoraron sus bienes en más de 2,000 millones de pesos con haciendas, apartamentos y vehículos de lujo, helicópteros, aviones y una estación de combustible. Como notiene ninguna acusación aquí, posee todas las facultades civiles para hacer cualquier diligencia legal que considere pertinente, como ya sus abogados adelantaron.
Otro ejemplo de que lo importante no es hacer lo mal hecho, sino ganarte el dinero suficiente como para manipular el sistema, es el reciente caso de las pensiones a los involucrados en el caso de la Dirección Central Antinarcótico (DICAN). El coronel Carlos Fernández Valerio, pasado titular de ese organismo y condenado a un año de prisión preventiva por su vinculación en el robo y venta de por lo menos 950 kilos de cocaína, hoy fue pensionado, sí, pensionado por el Poder Ejecutivo bajo el alegado de “retiro forzoso”. Eso significa que disfrutará de un sueldo que también sale de los bolsillos de quienes no somos dolosos.
Vale decir que al momento de su arresto este oficial se atrevió a advertirles a los agentes mientras lo detenían: “¡Qué nadie se atreva a ponerme esposas!”. Algo similar a lo que sucedió con Florián Feliz, otro capo millonario asesinado en el 2009, que en una de las audiencias la jueza le pidió quitarse los anteojos negros que llevaba puestos y él le respondió: “Bájese de ahí y quítemelo usted”. Nadie se atrevió a tocarlo, ni siquiera los militares que custodiaban la sala.
Pero más atrás tenemos los casos de los banqueros del caso Baninter, por mencionar a Ramón Báez Figueroa –hoy en su casa-, principal acusado de malversar casi 80 mil millones de pesos. De igual forma fue liberado Luis Álvarez Renta, anteriormente Marcos Báez Cocco y, por supuesto, Vivian Lubrano. Todos hoy son millonarios y se mantienen bajo perfil.
No pueden faltar los casos de Ramón del Rosario Puente –Toño Leña-, quien fue extraditado a los Estados Unidos y se espera que después de cumplir condena regrese a su tierra natal con las mismas intenciones que Quirino: reclamar lo que es suyo y los favores políticos que hizo en los años que dominó el narcotráfico en la parte este de la isla.
Así podemos mencionar a Sobeida Felíx que si bien es cierto no fue condenada por narcotráfico, estuvo involucrada directamente con la red que dirigía el capo boricua David Figueroa Agosto –Junior Cápsula-, por lo que fue condenada por lavado de activos a cinco años de prisión en septiembre del 2011. A tres años y medio de la pena, Sobeida salió en libertad y de seguro tendrá guardado dos o tres pesos de los que les dejó ser la amante del capo apresado en 2010.
Con esos ejemplos se le manda un mensaje directo a la sociedad: no importa el delito cometido, procure ganarse mucho dinero que su porvenir estará garantizado y su estadía en prisión será tan corta como la conciencia de quienes le condenarán. Pero eso sí, procure siempre que sean millones, y si es en dólares mejor, porque comprar bocinas, defensores y sentencias cuesta mucho en este país donde los fallos se fabrican antes de iniciadas las audiencias.
Esta mañana escuchaba por radio a una señora cuyo hijo le preguntó: “Mami, pero por qué a la gente del Dican le dan pensión si cuando estás en prisión pierdes tus derechos civiles”. La madre dice que no tuvo respuesta para darle y lo que hizo fue retirar la bandera que colgaba en su balcón como muestra del orgullo nacional, la dignidad que ella ya no siente y de seguro su hijo tampoco.
Lamento mucho que mi tierra de tantas maravillas esté envuelta en tanta mierda batida sin un horizonte a la vista que augure salidas contundentes y reales. El sistema político es una fábrica de ladrones, el económico es una fábrica de pobreza y el moral una fábrica de caudillos modernos que son seguidos por sus fortunas, no importa si están manchadas. Total, el lavado parece que lava hasta el paraíso. Cuánto lamento hijo mío que te tocará crecer en esta porquería, eso si la delincuencia no nos apaga el mañana para comprar marihuana o pagarle el peaje al de uniforme, o al de la corbata.