Aunque ciertos hechos lo señalen, me resisto a la idea de que el presidente Danilo Medina acepte el riesgo de que en esta isla se produzca un baño de sangre; aunque algunos indicios permitan sospecharlo, resisto la posibilidad de que con la forma en que su gobierno está manejando (o no manejando) el caso haitiano, pierda todo el prestigio que ha ganado; por más que se haya enrarecido el ambiente en su partido, con la sorda pugna entre leonelistas y danilistas, me resisto a la idea de que, atrapado por la caverna, ese hombre no mande a parar a quienes buscan capitalizar electoralmente la inhumanidad, la violencia incontrolable y la sangre.