Este es un artículo de opinión de Jessica Faieta, subsecretaria general de la ONU y directora regional del PNUD para América Latina y el Caribe.
Por Jessica Faieta/IPS
NUEVA YORK, 9 Mar 2015 (IPS) – Los datos más recientes exhiben un panorama preocupante en América Latina y el Caribe. El nivel de reducción de pobreza por ingresos se estancó y por primera vez en esta década se observa un incremento en el número de pobres, según cifras del Panorama Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Esto significa que tres millones de latinoamericanos recayeron en la pobreza entre 2013 y 2014. Dado el crecimiento económico de 1,3 por ciento que estima el Fondo Monetario Internacional para la región, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) prevé que más de 1,5 millones de personas también habrán caído en la pobreza para cuando termine este año.
Esa población podría salir de los casi 200 millones de personas vulnerables de la región, aquellas que no son ni pobres, que son quienes viven con menos cuatro dólares al día, ni ascendieron a la clase media, las que viven con 10 a 50 dólares al día. Sus ingresos están justo por encima de la línea de la pobreza, pero aún son demasiado propensos a caer en ella apenas se produzca una crisis económica de magnitud, como demostró otro estudio reciente del PNUD.
Arriba y abajo de la línea de pobreza
Nuestro análisis muestra un patrón claro. Lo que determina que la gente "salga de la pobreza", o sea la educación de calidad y el empleo, difiere de lo que "evita su retorno" a la misma, la existencia de redes de protección social y recursos en el hogar.
Esta brecha sugiere que, por sí solo, un mayor crecimiento económico no alcanza para construir la "resiliencia", o la capacidad de absorber choques externos como las crisis financieras o los desastres naturales, sin mayores pérdidas socioeconómicas. Tenemos que invertir en las habilidades y los recursos de los pobres y vulnerables, tareas que pueden tardar años, y en muchos casos, toda una generación.
La exclusión más allá de los ingresos
En el PNUD simulamos qué sucedería si la región creciera durante el período de 2017 a 2020 al mismo ritmo de 3,9 por ciento anual de los últimos 10 años. Sin embargo, nuestras estimaciones muestran que un menor número de personas en América Latina y el Caribe podrán abandonar la pobreza que en la década anterior.
Mientras que un promedio de 6,5 millones de mujeres y hombres en la región salieron de la pobreza por año entre 2003 y 2012, solo alrededor de 2,6 millones personas lo harán, o sea que pasarán a ganar más de cuatro dólares al día, por año entre 2017 y 2020.
Claramente, "más de lo mismo" en términos de crecimiento y de políticas públicas ya no rendirá "más de lo mismo" en la reducción de la pobreza y la desigualdad, según nuestro análisis, lo que se explica por dos motivos. Las fuentes fáciles de incremento salarial están disminuyendo y los recursos fiscales, que son cruciales para ampliar las redes de seguridad social, se achicaron.
Por delante quedan desafíos más difíciles, como encarar la exclusión, la discriminación y las desigualdades históricas que no se explican exclusivamente por el ingreso.
Fundamentalmente, el progreso es un concepto multidimensional que no puede reflejarse de manera sencilla en la idea de vivir con menos o más de cuatro o 10 dólares al día. El bienestar implica más que los ingresos, y no un estándar consumista de lo que implica la "buena vida".
Estos son elementos centrales para nuestro próximo Informe sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe, que está en proceso de redacción.
El informe también incluirá recomendaciones de políticas que ayuden a las autoridades encargadas de tomar las decisiones a aplicar un programa que no solo preste atención a la recuperación del crecimiento y el ajuste estructural, sino que también redefina lo que es el progreso, el desarrollo y el cambio social en una región de enormes desigualdades y clases medias emergentes y vulnerables.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga
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