Nunca será a destiempo hablar de ella, antes o después del Día Internacional de la Mujer, por ser ejemplo de fidelidad a muchas virtudes que tristemente se nos han extraviado: fidelidad a sus convicciones de toda la vida; a la buena ciudadanía, desde el primer día de su toma de conciencia hasta nuestros días; a su alta misión como educadora de masas en todos los espacios en que ha actuado, que han sido demasiados, y al sueño de una patria grande que debe realizarse en la justicia y la igualdad de derechos. Me refiero a una mujer de dos siglos, una joven de 83 años llamada Ivelisse Prats de todos.