(Abro este paréntesis por Felifrán, que es un extraordinario hermano en tristezas y alegrías, en logros y sueños, en la idea y la palabra, en el regocijo y la ira. Por Felifrán, que ha sembrado su bondad en quienes lo hemos acompañado en los distintos espacios de su vida como periodista, maestro, ciudadano y ser humano. Por Felifrán, de quien las noticias dicen que ha muerto, lo cual es, a juzgar por sus hechos, rotundamente falso. No crean, pues, tan descarada mentira de los diarios, pues Felifrán Ayuso simplemente se ha convertido en un noble recuerdo colectivo. Y, como bien se sabe, esos recuerdos nunca mueren).
Ramón ColomboSoy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.