Hoy se cumplen 40 años del vil y cobarde asesinato del periodista revolucionario Luis Orlando Martínez Howley. Este periodista y militante revolucionario no sólo prestigia el periodismo dominicano honesto y sin complicidades con la caverna política. Orlando también es ejemplo del intelectual comprometido con la revolución y con las mejores causas del pueblo dominicano. Es ejemplo para la juventud dominicana, y por eso lo recordamos y llamamos a los compañeros estudiantes a ser como él.
El dirigente Narciso Isa Conde, compañero de Orlando en el Partido Comunista Dominicano (PCD), mantuvo una incesante lucha durante décadas, y arriesgando peligrosamente su vida segundo a segundo, para que los criminales materiales e intelectuales fueran traducidos a la justicia y condenados por el horrendo asesinato de uno de los hijos más puros del periodismo y de nuestro pueblo. Esa lucha logró llevar al banquillo de los acusados a los criminales encabezados por el sanguinario Joaquín Pou Castro. Pero los asesinos intelectuales, comenzando por el genocida Joaquín Balaguer, y siguiendo con los chacales Enrique Pérez y Pérez y Ramón Emilio Jiménez Reyes, fueron protegidos, acorazados, y pudieron evadir la justicia.
Si usted cree que existe el infierno esté seguro de que esas lacras llamadas Joaquín Balaguer y Joaquín Pou Castro estarán allí “achicharrados” purgando la pena que lamentablemente no pagaron en la Tierra, pues debieron, si no ser ajusticiados por el pueblo, al menos morir en la cárcel, a donde ellos enviaron y asesinaron a tantos desdichados revolucionarios dominicanos.
El FELABEL, como organización estudiantil revolucionaria recuerda a Orlando Martínez hoy en el 40 aniversario de su caída física. Pero no es sólo en los aniversarios cuando debemos recordar a este valiente revolucionario que se atrevió a llamar a Balaguer a embarcarse y largarse de la República Dominicana con toda su corte de ladrones y criminales que no permitían que un intelectual revolucionario como Silvano Lora entrara a su país. Debemos recordarlo todos los días, con nuestras palabras y con nuestras acciones para que su memoria esté siempre presente y como forma de condenar tan abominable crimen.
Por ello debemos seguir condenando a los criminales intelectuales y materiales, estén vivos o muertos. Las piltrafas políticas y los generalotes criminales que ya murieron, desaparecieron para siempre, porque ni siquiera sus familiares los recuerdan; están bien colocados en el zafacón de la Historia, mientras Orlando vive en el corazón del pueblo dominicano, honesto, revolucionario y progresista. La muerte física pudo horizontalizar el cuerpo de Orlando Martínez, pero sus virtudes, su ejemplo, su valor, su arrojo, es decir su vida y su obra, lo han verticalizado en el tiempo.
¡SER JOVEN ES SER COMO ORLANDO Y COMO AMIN. SIGAMOS SUS EJEMPLOS!