Desde mis años de infancia aprendí que los compromisos hay que cumplirlos. En la comunidad donde vivo hay personas -por suerte las menos- que no lo creen de ese modo. Gozar del privilegio de tener seguridad cuesta, y más si a eso se le añade tener calles y áreas verdes siempre limpias, control de ruidos, etc.
Con excepción de unos pocos vecinos, los residentes en Carmen María I conocemos -y en la mayoría de los casos aplaudimos- lo que está haciendo la junta de vecinos con tal de que se mantengan niveles óptimos de seguridad, limpieza y sana convivencia entre sus munícipes.
En sus más de 15 años, esta junta de vecinos, reconocida por el Ayuntamiento del Distrito Nacional, logró que en el residencial haya circuito 24 horas de energía, eficiente servicio de agua, que se asfaltaran sus calles, recogida de basura tres días a la semana, y que recientemente se revisara la cámara de registro de aguas negras.
También, no molestias por guaguas anunciadoras, una oficina con secretaria, buzón de sugerencias y, lo que es más importante, que toda la vecindad disfrute de garantías de seguridad a toda hora, día y la noche, lo que incluye controles de entrada y salida, y de vigilancia a pie y motorizada. Decenas de residentes se ejercitan al aire libre de día y noche.
Carmen María, comunidad de residentes con alrededor de 250 viviendas, incluidas sus etapas II, III y IV, tiene como única entrada y salida la avenida República de Colombia. Comenzada a erigir a fines de los años ´90 por Constructora Bisonó, para entonces hubo familias que los ladrones, aprovechando su ausencia, llegaron a vaciar sus casas, aún en pleno día.
El servicio policial brillaba por su ausencia. Ante una gestión de la junta de vecinos con el entonces jefe del destacamento de Las 800, distante a un kilómetro, su respuesta fue que la comunidad de Carmen María comprara una moto y se la entregaran a él, para poder ofrecer servicio en el residencial. ¡Vaya usted a ver!
A mediados de 2010 la junta de vecinos puso el tema seguridad en su agenda particular. Para mediados de ese año se decidió contratar una empresa del ramo para que diera servicio de forma ininterrumpida. A la entrada del residencial se construyó una garita, aprobada por la Sala Capitular del Ayuntamiento del DN mediante resolución 38/2010, de fecha 30 de julio de 2010.
Como se sabrá, la contratación y mantenimiento de esa seguridad no es de gratis. Tampoco la permanente limpieza que exhibe el residencial, y el pago a los dos empleados: una secretaria y un obrero de limpieza.
Cada familia en el residencial estuvo de acuerdo en realizar un pago inicial de RD$1,500, y una mensualidad de RD$600 que, calculados por día, suman RD$20. Casi cuatro años después tenemos vecinos que rehúsan pagar, aún cuando se benefician de la continua labor de la junta, que se ha visto al borde de retirar el servicio de seguridad, entre otros.
En diciembre de 2013 la junta de vecinos envió una carta a los residentes instándolos a ponerse al día con los pagos, y les explicaba de las dificultades financieras para cumplir con los compromisos de pago. Los resultados no fueron muy acogedores. En noviembre de 2014 se envió otra comunicación poniendo a la comunidad al corriente de lo que estaba pasando. Pero nada de progreso.
Como se sabrá, la contratación y mantenimiento de esa seguridad no es de gratis. Tampoco la permanente limpieza que exhibe el residencial, y el pago a los dos empleados: una secretaria y un obrero de limpieza.
Cada familia en el residencial estuvo de acuerdo en realizar un pago inicial de RD$1,500, y una mensualidad de RD$600 que, calculados por día, suman RD$20. Casi cuatro años.
Ante tal situación, la actual directiva de la junta, con Yudis Terrero al frente, se trazó tres planes (A, B y C).
El Plan A consistió en redactar cartas dirigidas a los residentes haciendo llamados para que se pusieran al día con los pagos. Tampoco eso resultó.
Se decidió por ejecutar el Plan B, con la salvedad que si este no resultaba, entonces se aplicaría el Plan C, que sería la disolución de la junta de vecinos, ante la incapacidad financiera para cumplir los compromisos con la seguridad, limpieza, pago de la ínfima nómina, entre otros.
En resumidas cuentas, en diciembre último se puso en ejecución el Plan B, que consiste en obligar a los residentes morosos tener que acudir a buscar a la entrada, en la garita, a quienes los visiten. La medida provocó iracundas protestas de algunos, por suerte un ínfimo porcentaje. Otros que tenían deudas acumuladas validaron la actitud y han llegado a acuerdos de pago.
Aún en medio de los inconvenientes, podemos asegurar que Carmen María I es un ejemplo de comunidad donde cada familia puede vivir tranquila. Y la junta de vecinos tiene mucha responsabilidad en ello.