¿Quién en su vida no ha tenido un momento para reflexionar?, evidentemente, que se trata de una práctica humana tan antigua como la propia existencia del hombre en la tierra.
A todos y todas nos deja positivos resultados no solamente en aquellos momentos de tribulaciones personales sino igualmente en el diario vivir, siempre es apropiado para la salud físico-mental una pausa, un momento de reencuentro con Dios y con la conciencia.
En este mundo del consumismo, de las divisiones familiares y sociales, de las desigualdades, de las injusticias, de la maldad, de los grandes inventos, de los notables avances científicos y culturales, del progreso y de la pobreza debemos hacer un alto en el camino para meditar, para tratar de interpretar nuestro presente y futuro.
No importa la religión que sigamos, ni en el templo religioso donde nos reunamos, lo determinante es que fortalezcamos nuestra fe; que miremos con optimismo hacia un mejor porvenir aunque estemos rodeados de injusticias y crueldades. Algún día, sí algún día este mundo desigual tendrá que ser más uniforme.
Sería cuesta arriba creer que ese sacrificio inmenso de Jesucristo por la humanidad caerá en el vacío, que no tendrá recompensa y que jamás habrá la anhelada paz y felicidad entre la especie humana.
Creo firmemente que la humanidad encontrará una luz al final del túnel para separar la maldad de las acciones positivas; para construir un espacio social donde impere la justicia y la realización material y espiritual en este hermoso planeta.
Esta semana que simboliza la matriz del cristianismo esencia de la lucha emprendida por Jesús hasta ofrendar su propia vida por la salvación de la humanidad, debe servir de una verdadera meditación ya sea individualmente, en medio de un templo o simplemente en el hogar junto a la familia.
En este mundo tan convulsionado en el que vivimos se hace más que necesario que todos meditemos aunque sea por algunos minutos sobre nuestro presente y futuro. Que sepamos fortalecer nuestro espacio espiritual porque hoy más que nunca la comercialización de la fe está llevando mucha confusión a la sociedad.
El Negocio de la Fe
Duele mucho, de verdad que duele, cómo tantas gentes se envuelven en el negocio de la fe buscando el lucro personal y no la debida orientación y concientización sana de la población.
Esa comercialización de la palabra de Jesucristo en este mundo donde todo se vende y todo tiene un precio está provocando un daño terrible entre quienes todavía creen en la salvación y venida del Señor.
No obstante, justo es reconocer que hay sacerdotes y pastores de iglesias que realizan una labor digna y admirable, apegados a los principios del verdadero cristianismo.
La distorsión del mensaje entre los creyentes tiene parentesco a la demagogia de los políticos; de aquellos que ofrecen y no cumplen, de los que hablan mentiras al pueblo, de los que roban el dinero público y provocan más miserias entre los desamparados de la fortuna.
Oportuno es abogar porque tengamos una Semana Mayor en paz y tranquilidad, sin excesos en el consumo de alcohol, con menos victimas en las autopistas, carreteras, playas y balnearios.
Que realmente tengamos una Semana Santa de amor familiar, reflexión y de paz espiritual.
Lunes, 30 de marzo de 2015