Sean las primeras líneas de este artículo para felicitar al magistrado Francisco Domínguez Brito, procurador general de la República y aspirante presidencial soterrado del Partido de la Liberación Dominicana por el cumplimiento de los objetivos que se había trazado con la acusación que ha presentado contra el senador Félix Bautista y varios empresarios constructores a los que imputa lavado de activos.
De forma paralela a los contactos que venía haciendo a nivel nacional para la plataforma de su candidatura, precisaba aprovechar el tiempo que le quedase en la procuraduría para acometer acciones que elevaran su nivel de conocimiento y de favorabilidad, y que le dieran un perfil de identidad en la denominada franja gris, aquella que no es propia pero que inclina la balanza: el de persecutor de la corrupción.
No había que hacer encuestas para saber que el objetivo predilecto para pregonar combate a corrupción se llamaba Félix Ramón Bautista Rosario, en la sociedad civil y en la oposición activa al PLD, la gente cree todo lo que se pueda decir en contra de él y le agregan, aunque siempre ha estado dispuesto a presentar batalla que ha abandonado por razones políticas, ha permitido que su nombre se convierta en sinónimo de corrupción.
Decidido a marcharle a su objetivo, Domínguez Brito sabe que no tiene todo el tiempo del mundo para iniciar una nueva investigación pero no va a salir de la procuraduría sin la corona de haberlo perseguido, y echa manos de una investigación sobre la que el Ministerio Público había dispuesto un archivo, ratificado ante las apelaciones por la instancias judiciales correspondientes, lo que le daba el carácter de cosa juzgada.
Y como si el Ministerio Público no fuera uno en todas sus instancias, vuelve sobre sus pasos y desempolva lo archivado, le lava la cara para presentarla como investigación nueva, solo que basada en la documentación que se requirió para el caso archivado, total a la gente no le interesan ni entiende de esos tecnicismos lo importante es que se aireen las graves imputaciones que habían allí sin importar lo arrojado por las investigaciones que motivaron el archivo.
A la prisa y sin guardar la legalidad se añadieron otras presuntas pruebas, y ¡machete y guillette!
Antes de entregárselas al juez cientos de copias de la acusación llegaron a manos que las reprodujeran y para ahorrar trabajo se extrajeron resúmenes de los aspectos más escandalosos y los medios y redes sociales siempre estuvieron bien suplidos de condimentos para la irritación colectiva.
Un juez no necesitaba más de una hora para saber que aquí o en la Conchinchina estaba ante un caso de doble persecución, adobado de unos adicionales que no podía admitir porque no eran legales, pero a nadie le importa que el expediente fuera una tomadura de pelo, la gente lo que sabe es que quiere castigo y no se lo dan.
¿Qué le importa a la gente que la imputación de desfalco incluya la totalidad de los presupuestos de las obras, cosa que es absurda y que deja claro que el expediente es temerario?
El juez Alejandro Moscoso Segarra es el malo, si el acusado era Félix Bautista no podía ser beneficiario de una garantía esencial como la del principio de la doble persecución, tenía que enviarlo a juicio de fondo en contra del orden jurídico y el juez de fondo recibirlo con una condena porque tampoco se le aceptaría otra cosa.