Por estos días voces oportunistas han lanzado rayos y centellas contra los honorables jueces de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) que con su trabajo diario dignifican la labor judicial y constituyen ejemplos de trabajo para las nuevas generaciones y garantía para la democracia y la justicia. La capacidad de infundíos ha pretendido sustituir a la verdad, pues los distinguidos magistrados son ejemplos de trabajo dentro y fuera del sistema judicial de administración de justicia de la Republica.
Sin embargo, gente que no tiene meritos y que ha llegado a posiciones publicas gracias al dedo ha estado intentando descalificar a nuestros jueces a titulo gratuito, han pretendido que la justicia actué a la medida de sus deseos personales de odio y de envidia cuando en verdad la justicia es todo lo contrario. Es ejemplo de trabajo, de sapiencia, de comedimiento, de mesura, de respeto. Pues ninguno de nuestros jueces supremos tiene tacha ni como hombres y mujeres públicos ni en sus vidas privadas, al revés, son ejemplos de buenas actuaciones.
Entendemos que aquellos que pugnan por la renuncia de los jueces de la SCJ primero deberían analizar el trabajo por esos ciudadanos desempeñados en el tiempo que llevan al frente de la justicia. Si de dicha evaluación resulta un déficit entonces estarían en lo cierto pero esto nunca ocurrirá sino que los críticos de hoy al ver la labor desempeñada por estos ilustres comprenderán la impertinencia de su petitorio pues pocas veces hemos tenido una SCJ más laboriosa y más apegada al derecho. Una mirada a los libros anuales sobre principales decisiones de la SCJ podrá arrojar luz a quienes hoy critican y verán que han superado en poco tiempo la distinción que ese tribunal tuvo en época, por ejemplo, del jurista Manuel Ruiz Tejada. Pero no solo eso sino que las decisiones de la SCJ actualizan nuestra jurisprudencia y la hacen consona con la Constitución vigente, sacando así a la justicia criolla del anquilosamiento decimonónico que por mucho tiempo había mantenido. Es decir estamos ante una Suprema fuera de serie y de gran laboriosidad, recuérdese el discurso del primer ano del Presidente de la Suprema detallando los atrasos encontradote materia civil, administrativa, laboral, inmobiliaria, etc., y como poco a poco esa realidad ha quedado superada con sentencias de antología.
Es por sus decisiones, por sus sentencias que dichos jueces deben ser evaluados erigir un fallo a todas luces poco representativo como centro de la evaluación de esos magistrados constituye populismo penal, como bien ha dicho su presidente. Mas bien deberíamos preguntarnos si otras instancias auxiliares de la justicia presentan tan alto trabajos judiciales, estamos seguros de que no, pues tenemos un ministerio publico que todos los días vive perdiendo casos y que no ha sido capaz siquiera de desprenderse de la tutela de la Policía Nacional, órgano, que dicho sea de paso, supera con mucho en trabajo a aquellos que tienen el poder de acusar. Acercarse aun ministerio publico es pasar el niagara en bicicleta pues estos señores no son capaces de investigar nada, esto es solicitan siempre al ciudadano pruebas pre constituidas como condición previa a cualquier circunstancia de hecho que le sea presentada.
Nuestra justicia podrá ser pobre como lo ha manifestado el doctor Mariano German, pero decoro, dignidad y conocimientos no les faltan. El lugar que tienen Mariano German, Miran German, Sarah Henríquez, Cruceta, el magistrado Castaños y todos los demás distinguidos magistrados, no ha sido obra del azar, es el producto de un trabajo profesional de toda una vida y estamos seguros que ningunos de ellos, los lanzara por la borda por mantener un puesto público. Eso no significa que quien desee zaherir deje de hacerlo, pero la nación debe distinguir bien quienes son sus hombres y mujeres de bien, pues algunos pasándose de contentos, con pretensiones politiqueras mas que jurídicas pretenden hacerse los graciosos ante el gran publico, haciendo uso de la demagogia al no tener nada que exhibir fuera de una prensa complaciente por motivos inconfesables.
Además, no es verdad que la misión de la justicia sea condenar, esta probado que prevenir es mejor que castigar, la función del Ministerio Publico, es más preventiva que persecutoria. Hoy día la condena es la excepción y la prevención la regla. La situación de inseguridad que vive la nación manda un mensaje directo que no recae sobre los jueces, los cuales son terceros imparciales de todo proceso, recae sobre aquellos llamados por la ley a prevenir el delito. Un ministerio publico que en 2004 no fue capaz de sancionar la corrupción de la oposición esta descalificado para hablar de ese tema sin que se interprete como posición politiquera, como acto de retaliación su accionar. DLH-13-4-2015