Por Jorge Luna
Montevideo, 13 abr (PL) Eduardo Galeano, quien murió hoy debido a un prolongado cáncer de pulmón, no interrumpió nunca su pasión por la escritura y la defensa de la identidad y la cultura latinoamericanas.
Dedicó sus últimas semanas a escribir sobre esos temas, cuya última expresión, probablemente, fue su apoyo, en febrero pasado, a la causa marítima boliviana.
Fue en un desayuno en su residencia montevideana que recibió al presidente Evo Morales, con quien ya mantenía una fluida amistad.
En la ocasión, Morales le obsequió el "Libro del Mar", un texto de 130 páginas de argumentos con el que Bolivia defiende su reclamo de salida soberana al océano Pacífico y que Galeano de inmediato rebautizó como el "Libro del mar robado".
Sobre ese encuentro, el mandatario boliviano dijo a Prensa Latina: "Fue muy interesante. Le regalé el Libro del Mar y me dijo que se debe llamar el Libro del mar robado".
Con introducción de Morales, el libro fue preparado por el expresidente Carlos Mesa y la Dirección de Estrategia de Reivindicación Marítima de Bolivia y documenta 20 episodios de la historia de las relaciones con Chile.
Galeano, de 74 años de edad, tiene obras, como Las venas abiertas de América Latina, Memorias del fuego, El libro de los abrazos y Los hijos de los días, traducidas a más de 20 idiomas.
El primero de estos, quizás su obra más emblemática, fue obsequiada al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por el entonces mandatario venezolano, Hugo Chávez, en 2009 en la V Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago.
Considerado uno de los más prominentes intelectuales latinoamericanos, Galeano tiene ancestros galeses, alemanes, españoles e italianos.
Desde muy joven escribió artículos periodísticos y llegó a ser editor del semanario Marcha y director del diario Época, ambos destacados por sus posiciones antidictatoriales.
Tras el golpe de Estado de 1973 en Uruguay, Galeano tuvo que exiliarse en Argentina, donde fundó y dirigió la revista Crisis.
En 1976, tras un golpe de Estado en Argentina, Galeano debió nuevamente exiliarse, esta vez en España. El escritor regresó a Montevideo, tras el fin de la dictadura uruguaya, en 1985.
Ostenta numerosos galardones, como el premio Stig Dagerman, de Suecia, y el de Casa de las Américas, de Cuba.
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