Ya tengo dos nietos, y con el mayor (tres años) estoy pasándolo viendo muñequitos o tiras cómicas, cosa que hago por gusto y por el buen deseo de acompañarlo. A diferencia de los años de mi niñez, veo historietas muy bien elaboradas, lo que evidentemente responde al desarrollo y evolución de las tecnologías; pero igualmente hay un concepto que en antaño fue motivo de discusión respecto de la televisión educativa.
Gran parte de estos muñequitos, aparte de cualquier debate sobre alienación, responde a un interés educativo, y logran hacerlo de tal manera que el niño, según observo, va de la mano de preguntas sobre aritmática y las vocales, con técnicas interactivas que permiten al niño ser partedel de la misma historia. Me parece genial. Obviamente, hay historietas de los viejos tiempos pero recreadas o re-editadas, con retoques modernos. Lo viejo, viejo es. El niño rechaza aquello que jamás lo impresiona, de ahí que sus exigencias conducen a la industria del entretenimiento a provocarse mayor imaginación y entusiasmo, y es el caso de la tradicional Disney.
Se ha logrado, querrámoslo o no, una televisión educativa. Y escasamente aburrida.
Otros tendrán la oportunidad de profundizar en las famosas “cargas ideológicas”. Eso lo dejé atrás, y muy especialmente desde el mismo momento en que participé en los medios periodístísticos, metido en el corazón de la ahuyama. Recuerdo a un amigo, ex izquierdista trotamundo, cuando en cierta ocasión leyó una serie de informaciones provenientes de la entonces Europa del Este, y este hombre reía con gusto porque conocía a los personajes y situaciones descritas en la historia periodística. Su realidad se distancia mucho de la versión presentada por las agencias internacionales. Y pasé por la experiencia, muy personal, de verme entre unos amigos que trataron de analizar una primera página, y vieron múltiples intereses subyacentres en suspuestas decisiones editoriales por la composicion de fotografías y textos. Luego de escucharlos, sonreí, nunca en tono de burla sí para aclararle la razón por lo cual había dejado de creer en algunas teorías. La portada de un diario analizado había sido montada por mi, y fui yo quien lo decidió todo, incluso la fotografía escogida y hasta el diseño de esa primera plana. Con esto quiero decir que cada día trato de quitarme de encima los prejuicios, y ver la vida con mayor simplicidad, tratando cada vez de ser lo más sencillo posible. Y es así como disfruto con mi nieto de tres años sus muñequitos preferidos.
Nunca negaré la mal intención de propuestas de TV pero confieso que gozo un mundo al volver a mi niñez viendo tiras cómidas educativas unas, otras no pero junto al nieto. Y mi mayor aprendizaje, dado que estoy al lado suyo, es que el niño puede ahora, distinto de mi, tener una orientación o ayuda-colaboración, de una persona mayor, puesto que para mis padres era muy difícil por aquellos tiempos. En estos momentos, respondo a las preguntas que me hace el niño.
Estando unos de mis hijos en la primaria hice crisis con la escuela donde estudiaba, porque entre otras tantas prohibiciones, estaba en la lista el cero uso de las computadoras. Hoy, universidades y escuelas practican docencia digital. Conozco de asignaturas digitales, quiero decir, profesores que envían a sus alumnos la clase del día y sus tareas, y apenas se ve con el alumno, muy a pesar de que en la cúspide de la gran revolución tecnológica aun los pupitres y las aulas siguen igualitos que hace 100 años. Mientras se diseñan aulas y pupitres acordes a los tiempos de la digitalización o de posibles pizarras electrónicas y de tabletas en vez de cuadernos-lápiz, el nieto me enseñanza que hay otro mundo avanzando a través de su propio universo que hasta el celular está dejando atrás a la laptop como la PC dejó a las máquinas de escribir con nuestros dedos entintados de azul, rojo y negro.