No se trató de una simple Cumbre, de otro momento para compartir y degustar alimentos y un buen vino. Por el contrario, fue un evento para la historia, donde todos los países del hermoso y rico Continente Americano se reunieron en torno a un fin común, el acercamiento institucional entre los distintos países de la región.
Estados Unidos a la cabeza como principal potencia del planeta, y particularmente el presidente Barack Obama, ha logrado un éxito político tras la decisión de abrir las puertas del diálogo con Cuba y de estrecharse las manos con su homólogo cubano Raúl Castro.
Igualmente este escenario sirvió de plataforma para que los norteamericanos puedan ir recuperando el espacio perdido en Latinoamérica, una zona donde poseen enormes inversiones e intereses económicos y políticos.
No olvidemos que en los últimos quince años la República Popular de China viene aplicando una agresiva e inteligente política diplomática, económica y comercial en América Latina, lo que evidentemente preocupa a Estados Unidos.
La inversión directa de China en América Latina ha crecido de manera sobresalientemente rápida, atraída por la gran reserva de materias primas que ofrece la región y que constituye, hasta hoy, uno de sus mayores atractivos a los ojos del gigante asiático. En el 2003, los montos de inversión china en América Latina y el Caribe sumaron US$1.038 millones, en el 2005, US$6.466 millones, y para el 2012, ya superaban los US$10.000 millones, según datos de agencias chinas.
¿Y cuáles son los resultados tangibles de esta VII Cumbre de las Américas?
El tema político predominó por encima de los restantes debates que se escenificaron en el marco de este importante evento, centralizado en las figuras de Obama y su diálogo y estrechón de manos con Raúl Castro. También, la comunicación directa entre el presidente de Estados Unidos y el mandatario venezolano Nicolás Maduro.
Obama actuó con mucho tacto e inteligencia política durante su intervención en la Cumbre y su histórico saludo con Castro, propiciando simultáneamente un nuevo equilibrio político en Latinoamérica y por supuesto el deshielo en las tensas relaciones que han caracterizados los vínculos entre Estados Unidos y Cuba durante más de cinco décadas.
Este nuevo gesto político-diplomático representa el final del último vestigio de la época de la guerra fría que enfrentó a Estados Unidos y la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y que puso al mundo al borde de un conflicto de gran escala.
El propio gobernante estadounidense reflexionó indicando que la guerra fría ha finalizado en el Continente Americano y que en lo adelante lo que debe predominar es la construcción de un espacio social que propicie el desarrollo y bienestar económico y social de nuestros pueblos.
La reunión bilateral entre Obama y Castro que se extendió por una hora y veinte minutos fue probablemente el momento más estelar de toda la Cumbre.
Las palabras del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla tras culminar el encuentro, evidencian que ese proceso de acercamiento deberá superar progresivamente el bloqueo económico y financiero de Estados Unidos contra la mayor de las Antillas.
“Ambos gobiernos conocemos mejor nuestros respectivos intereses y también los limites de nuestras diferencias, y hemos encontrado terreno en común en la disposición de tener un comportamiento civilizado que respeten nuestras diferencias, pero que esté orientado a establecer relaciones en el interés de nuestros pueblos y nuestros países”, planteó.
Brillante Participación
En cuanto a la República Dominicana, hay que ponderar la brillante participación del presidente Danilo Medina en el marco de la VII Cumbre de las Américas, efectuada en Ciudad de Panamá.
Su discurso en la Sesión Plenaria de la Cumbre así como las intervenciones en reuniones bilaterales con el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, al igual que con varios mandatarios caribeños, tuvieron un gran impacto político y diplomático.
Medina confió en que los países de América, pese a los grandes retos por delante, abrazarán el diálogo como la única garantía para lograr los consensos necesarios y avanzar hacia la paz y la construcción del progreso social.
“A pesar de lo complejo de los retos que tenemos por delante, no me queda duda de que tenemos muchos motivos para el optimismo”, dijo el jefe de Estado dominicano al referirse a las fricciones y situaciones de conflicto entre países del hemisferio.
Estimó de un hecho trascendental el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, lo que entiende coloca a América ante la oportunidad histórica de superar, para siempre, las desconfianzas heredadas de la guerra fría.
En el encuentro con el secretario general de la ONU, el gobernante fue enfático al plantear que un país pobre como República Dominicana no puede cargar con las dificultades de Haití, el territorio más empobrecido del Continente Americano.
Quedará en la memoria de las presentes y futuras generaciones los esfuerzos de paz encaminados en el marco de esta Cumbre de las Américas, realizada precisamente en el país que intervino militarmente el gobierno de Estados Unidos el 20 de diciembre del 1989, para sacar del poder al general Manuel Antonio Noriega.
Artículo de Manuel Díaz Aponte
Martes 14 de Abril, de 2015