Algo impensable en el continente de aquella época: declaró la libertad de los esclavos, abolió toda servidumbre, proclamó la igualdad social y la de todos ante la ley.
Por Juan Paz y Miño Cepeda*
Quito, 15 abr (PL) El coloquio de historia ¿Independencia, Constitución y Ciudadanía, recién concluido en Cádiz, España, fue una oportunidad para examinar las raíces constitucionales latinoamericanas.
También la repercusión de la Constitución de Cádiz del 19 de marzo de 1912 (¿La Pepa¿), dictada el 19 de marzo de 1812 por las famosas Cortes, a las que asistieron numerosos diputados de la Hispanoamérica de la época.
Entre éstos se destacó el quiteño José Mejía Lequerica, a quien Cádiz venera dedicándole placas, efigie, medalla y museo.
Las primeras Constituciones que contrastan en la América Latina en formación fueron las de Haití, del 9 de mayo de 1801; Venezuela, del 21 de diciembre de 1811; Quito, del 15 de febrero de 1812; y México (Apatzingán), del 22 de octubre de 1814.
La primera, dictada por el líder revolucionario y afrodescendiente Toussaint de Louverture, es un documento excepcional porque la isla aún era colonia francesa, e incluso reconocía esa dependencia; pero creaba, sin embargo, una República con división de poderes, proclamaba los derechos del hombre y del ciudadano.
Incluía, además, algo impensable en el continente de aquella época: declaró la libertad de los esclavos, abolió toda servidumbre, proclamó la igualdad social y la de todos ante la ley.
La venezolana, en cambio, reconoció la independencia plena y creo una república federal, con ciudadanía restringida (censitaria). La de Apatzingán, dictada por el célebre cura insurgente José María Morelos como "Sentimientos de la Nación", estableció la soberanía del pueblo, libertad, igualdad y tripartición del poder en el Estado.
Un Congreso de diputados dictó la pionera Constitución ecuatoriana que creo el "Estado de Quito", con Ejecutivo, Legislativo, Judicial y falange o milicia propia, aunque todavía hizo una sui géneris mención de fidelidad al Rey que, en los hechos, no alteró la creación de un Estado libre, defendido por las armas al mando de Carlos Montúfar, derrotado al finalizar 1812.
Fue una Constitución diametralmente distinta a la que se dictó en Guayaquil el 11 de noviembre de 1820 ("Reglamento Provisorio") que sólo creo un gobierno plural, su milicia, jueces, diputación de comercio y ayuntamientos, pues las élites estaban más preocupadas por el libre comercio y la autonomía local que garantizara sus intereses, en contraposición a la visión integradora de Simón Bolívar.
Las primeras Constituciones desean crear un nuevo Estado y una nueva sociedad, autónomos y soberanos. Es mera expresión de coyuntura el dependentismo de la haitiana o el fidelismo de la quiteña.
También quedan claras la soberanía del pueblo, la representación de los diputados y del gobierno, así como los derechos y las libertades, aunque quedó en discusión la ciudadanía censitaria, excepto en la radical y social Constitución haitiana.
Esas Constituciones iniciales marcaron también el proceso independentista latinoamericano, cuyas luchas se extendieron hasta 1824, exceptuando a Cuba y Puerto Rico emancipados en 1898.
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*(Historiador y articulista ecuatoriano, colaborador de Prensa Latina.