Hipólito Mejía es el político más vilipendiado, vejado, maltratado, difamado e injuriado del país por una buena parte de la prensa, periodistas y comunicadores, por razones económicas, políticas y personales.
A muchos no les gusta la forma desenfadada, espontánea, coloquial, repentista, sincera, sin demagogia ni engaños que lo caracterizan desde que era niño. Les molesta como se expresa ese hombre nacido en Gurabo, Santiago, que nunca ha negado, ni renunciado a sus raíces campesinas, no importa que tanto se haya superado, ni que tan lejos haya llegado en el firmamento político nacional.
La pequeña burguesía, “arribista y trepadora”, con aire intelectual, nunca lo ha visto con buenos ojos. Prefiere al farsante, al simulador, al demagogo que nunca cumple su palabra ni su promesa, al que se arrastra como culebra, al camaleón de la política, el que se burla de los pobres.
La fuerza de Hipólito, sin ser comunista, ni nada que se parezca, ha estado en las masas populares agrupadas en los campesinos, trabajadores, chiriperos y amas de casas. Entre los marginados, los que “adornan” los cinturones de miseria, los desamparados de la fortuna, los excluidos sociales, los de a pie.
Este dirigente político que abandonó su residencia en el campo hace mucho para irse a la ciudad con su mujer y sus hijos, no ha cambiado, ni cambiará su forma de hablar aunque siga pagando el precio de la espontaneidad y la sinceridad con los ataques de la prensa y de los periodistas. (“Enemigos del género humano”, los llamó, sin razón, Juan Bosch).
El mayor y más grave “error” del ex presidente Mejía, es no pagar lo que cuesta una “buena imagen” en la opinión pública, más por principio que por tacañería.
Cuando ganó la presidencia de la República un famoso “líder” de opinión le pidió cuatro millones de pesos mensuales para “encargarse” de Leonel Fernández, a lo que tajantemente se opuso. Otro, yo estaba presente, pidió un “bono” de cinco millones y un salario mensual de varios cientos de miles de pesos, a lo que también se negó. Se de muchas otras “ofertas” de todo tipo, hechas por dueños de medios, periodistas y comunicadores que “el guapo de Gurabo” no aceptó sin saber que la venganza llegaría en cualquier momento. (Debió llevarse del líder del PLD cuando aconseja no pelear “con periodistas ni con curas”)
No existe un solo periodista o comunicador que durante el gobierno de Hipólito haya terminado rico, millonario, podrido en dinero, magnate con avión, yate de varios camarotes, helicóptero, etc., como lo vimos, y lo seguimos viendo, en los gobiernos del PLD que en propaganda y publicidad invierten miles de millones de pesos anualmente.
Es lógico, pues, que gran parte de la prensa, periodistas y comunicadores odien a Hipólito, que lo asechen para cuando “meta la pata” hablando dimensionar y tergiversar lo que dice con grandes titulares y comentarios peyorativos.
Hipólito, el malquerido de la prensa, por no pagar, por no corromper periodistas y comunicadores, por no matarlos moralmente con prebendas millonarias, por ser como es, auténtico y franco, por hablar como habla la gente del pueblo, de donde viene.
PD. El malquerido es el título de una canción de desamor escrita por Javier Solís que popularizó en Americalatina el “bolerista de América” Felipe Pirela.