La Constitución se ha convertido en un instrumento al servicio de los políticos que en determinado momento tienen una mayoría congresual y una hegemonía en el gobierno. El carácter instrumental les viene porque disponen de la misma como una herramienta mas de sus designios, por tanto, la noción de contrato social o de pacto entre gobernantes y gobernados es una quimera.
Somos un país reeleccionista de los pies a la cabeza, o lo que es lo mismo, el proclamado Estado Democrático de Derecho no existe mas que en beneficio de los detentadores del poder. Muy lejos están los días en que tengamos una Constitución en el sentido material de la misma, es decir seguimos bajo los postulados de concepciones decimonónicas que convierten el pacto social en un instrumento al servicio de una clase. Sin que los principios y valores ético-morales que deben adornar a los políticos de una democracia en construcción, cuenten un bledo.
En algún momento nos llegamos a creer que realmente estábamos construyendo una democracia los hechos nos han venido a mostrar el error: seguimos como el primer día de la intervención de Pedro Santana ante la asamblea constituyente reunida en San Cristóbal, en los días de Lilis e, incluso, en los últimos días de Horacio Vásquez, y, hasta los primeros días de la Constitución de Juan Bosch. Ojala las tragedias que sucedieron a esas constituciones no se repitan pero estamos bordeando el camino que conduce a la repetición de esas historias amargas. Ya lo había advertido el Maestro Eugenio Maria de Hostos: es muy difícil sembrar en terrenos áridos.
No es claro el camino que estamos transitando pero a leguas se ve que es peligroso. El hecho de que un Presidente sea popular no da derecho a un grupo de hombres a modificar para su beneficio la Carta Magna pues la idea de pacto social desaparece y se abre espacio para el error. Estamos muy lejos de las deliberaciones que condujeron a la Constitución de 2010 y muy cerca de la de 2002. Es decir estamos en franco retroceso, estamos ante una contrarreforma.
Claro, probablemente el momento que estamos viviendo sea necesario para continuar construyendo el Estado Democrático pues si la Constitución logra sobrevivir el presente trance habremos avanzado mucho. En cambio, si sucumbiere estamos retrocediendo hacia días aciagos. Pero debemos admitirlo, lo que esta ocurriendo nos sorprende sobre manera pues llegamos a pensar que el Presidente de la Republica no sucumbiría a tales pedimentos. Es cierto que su condición de político lo invita a asumir posturas no deseadas pero cuando juro que defendería las ideas de Bosch, al tomar posesión del cargo, le creímos.
Sin embargo, se observa, que la vigencia de las ideas de Nicolás Maquiavelo ha pesado mas en las mentes del Comité Político que los principios democráticos que defendió Bosch. No hemos salido del Estado Legislador, por tanto, el transito hacia el Estado Social luce complicado.
Ciertamente, la reciente experiencia de Hatuey Decamps, quien enarbolando principios antireelecionistas, salio del escenario político con su liderazgo sepultado podría indicar que muchos habrán de plegarse ante el poder. Nadie ha reivindicado todavía su hombría cívica pero no nos cabe dudas de que presto un gran servicio al país aunque sus contemporáneos no lo hayan entendido, la posteridad si lo hará. Pues como muestra la tesis de grado del doctor José Francisco Pena Gómez, la reelección no nos ha dejado buenos frutos.
Claro, si la oposición mantiene su postura es obvio que podría no pasar la modificación constitucional, el daño afectaría solo al partido de gobierno en el supuesto de que quedare escindido al final de los tiempos. En cambio, si la sensatez logra imponerse el país habrá dado un salto cualitativo en materia constitucional, estamos pues en un momento estelar de nuestra historia, ojala que los actores estén a la altura de su tiempo, pues en caso de no ser así, la historia será implacable.
Una mención especial merece la posición del señor Guillermo Moreno pues este joven político no ha actuado como un oportunista sino como un hombre de principios que viendo los riesgos que corre la Republica ha externado con crudeza, su punto de vista. Minou Tavarez Mirabal que ha advertido del daño inminente que se hace a la democracia cuando se instrumentaliza la Constitución desde el poder para el poder. Es pues una actitud responsable como lo son también la del PRM y la del PRD. La sociedad civil todavía no se ha pronunciado. Es de esperarse que se defina pronto en el mejor de los sentidos pues si lo hace como muestra nuestra historia significaría que nueva vez mas se coloca del lado del zafacón de la historia, es decir que tomada por grupos donde pesan mas los intereses que los principios, se vea en una triste encrucijada como parece estar ocurriendo ya con una fundación que litiga y corre como el Procurador. Porque estemos claros: detrás de ese pedimento de cambio existen sectores oligárquicos que se entienden amenazados o desplazados, en los términos que señala Samuel Huntington, es decir como resultado de las transformaciones que se producen en las sociedades en cambios cuando un liderazgo hace reformas que cambian la composición del poder en lo económico, lo político, lo social y lo institucional. La desgracia nuestra seria que esos sectores una vez mas, se salgan con la suya, pues la desestabilización bajo la contrarreforma, les beneficia.
Es ingeniosa pero desacertada la consigna de los contra reformadores que dice buscar conducirnos al modelo constitucional estadounidenses. Es desconocer el modelo que se invoca, cuando en verdad, se esta propugnando, como mínimo, por tres periodos para el actual Presidente y quien sabe si mas allá, pues luego vendrían las interpretaciones de que la contrarreforma solo aplica para el porvenir. DLH/22/4/2015