La situación por la que ha venido atravesando el Partido de la Liberación Dominicana en los últimos años, no es cosa de percepción ni de pensar siquiera, en que alguien le haya echado una brujería, como se dice en el argot de pueblo.
El PLD tomó aires de poder a partir de los años 90, en que se Balaguerizó, perdiendo a partir de ahí, la coraza moral y educativa que le dieron origen y que fue siempre el más preciado anhelo del Profesor Juan Bosch, pasando así a convertirse, de un Partido de cuadros, a un Partido de cuartos, entiéndase: “dinero”. A partir de ahí, nacieron las diabluras moradas.
En sus inicios, fue un partido que surgió sobre la base de la educación política, con principios muy definidos como eran: “Servir al Partido para servir al Pueblo”, entre otros. Sin embargo, la justificación que se presentó al país, fue la de que se trataba de una apertura democrática y pluralista, que en nada afectaría la doctrina ni quebrantaría el orden institucionalista que hasta ese momento, significaba la diferencia, entre los partidos hasta entonces existentes.
Esa situación que lo conjugó como una partido más del Sistema, le permitió llegar al poder de manera casi sorpresiva, llevando como Presidente al Dr. Leonel Fernández Reyna, ayudado por Joaquín Balaguer, de quien se llegó a decir, que le regaló el Poder y que en un ejercicio de solo cuatro años, cosechó el disgusto del pueblo dominicano, precisamente por el mal manejo que le dio a la economía y a otros aspectos de la vida institucional dominicana.
El PLD vuelve al poder a partir del año 2004, esta vez ayudado por los recursos económicos que acumularon sus acólitos y por las artimañas utilizadas por su líder Leonel Fernández, quien supo ponerle precio a la oposición, destruyendo así en su casi totalidad al Partido Reformista Social Cristiano y debilitando considerablemente al Partido Revolucionario Dominicano y potencializando los recursos económicos, que le permitieron extender una etapa gubernamental de hasta 16 años ininterrumpidos, con resultados no muy halagüeños para el país.
Producto del desenfreno y del egoísmo que se vive a lo interno de ese Partido, se observa hoy una especie de Guerra intestina, que con el único interés de seguir en el poder, por parte de quienes lo detentan, y de volver a al mismo, de quienes ya agotaron su tiempo, se manifiesta una total indisciplina y hasta un abierto desafío, hacia los organismos de dirección, que llega hasta al desconocimiento de las facultades de que están investidos esos Estamentos institucionalmente.
Esa situación en consecuencia, aunque muchos no lo vean así, afectará en lo más profundo a esa organización, de manera que podría llevarlos a la pérdida del poder en las venideras elecciones del año 2016; ya que la única visión que se tiene, es la de imponer a uno de dos candidatos, que por diversas circunstancias, ninguno representa los mejores intereses ni del Partido en cuestión, ni mucho menos del pueblo dominicano en este momento.
Cegados por el egoísmo, no alcanzan a ver los peledeístas, que bien pudieran perder el poder, con cualquiera de los dos candidatos que se proponen imponer a la fuerza, y que dada la realidad interna, su mejor alternativa sería, la presentación de un tercer candidato y que todo dependería, no tan solo de propuesta, sino del compromiso que entre todos asuman, de trabajar para lograr el objetivo, porque de lo contrario, serían “Pan comido” por una oposición, que hará todo lo posible por desplazarlos del poder.
La pérdida del poder siempre será un desastre, para quienes lo disfrutan, pero con un vocabulario que abarca desde: silletazos, pescozones, tiros, asechanzas, diatribas, hombre del maletín, cheques en blanco, entre otras cosas, cualquiera pudiera pensar que se estaría jugando a “que viva la indisciplina”, y este podría ser un error, por el cual el pueblo les pase factura en un determinado momento.
¿Qué será del pueblo dominicano en un próximo gobierno encabezado por un Presidente impuesto y con tantos resquemores?.
Disciplínense, respétense y respeten al pueblo, señores del PLD.