Por Waldo Mendiluza*
Naciones Unidas (PL) Subestimada a veces, ocultada en otras, la violencia sexual en conflictos constituye una tragedia humana que azota en particular a mujeres y niñas, un flagelo que Naciones Unidas llama a desterrar del planeta.
El fenómeno convertido en instrumento de guerra por el Estado Islámico (EI), Boko Haram, Al Shabaab y otros grupos extremistas muestra preocupantes tendencias, que agravan el escenario de maltratos enfrentado por una de cada tres féminas alguna vez durante su vida.
Para políticos, activistas, expertos y víctimas, la postura es clara, toda la vergüenza y condena del mundo deben recaer no en quienes la sufren, sino en quienes la cometen, promueven y minimizan.
"La era del silencio ha sido superada por el reconocimiento internacional del problema", advirtió el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en un reporte divulgado en abril, que define la violencia sexual en conflictos como las violaciones, la esclavitud sexual y la prostitución, la esterilización y el embarazo forzados.
Aunque se trata de un drama presente en muchas partes, el informe presentado al Consejo de Seguridad refleja la situación de 19 países, sobre los cuales los datos disponibles fueron considerados confiables.
El texto aborda los casos de Afganistán, Bosnia y Herzegovina, Colombia, Costa de Marfil, Iraq, Liberia, Libia, Mali, Myanmar, Nepal, Nigeria, Somalia, Sri Lanka, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Siria, Sudán, Sudán del Sur y Yemen, naciones golpeadas por conflictos, que salieron de los mismos o viven escenarios preocupantes.
Según Ban, con frecuencia no se conocen todos los hechos de este tipo, a partir de los riesgos, amenazas y traumas relacionados.
Además de las sobrevivientes, suelen correr peligro los testigos, defensores de los derechos humanos, activistas sociales, jueces, abogados, periodistas y otros que tratan de impedir que los abusos se hundan en el silencio, dijo.
Para el Secretario General de la ONU, la violencia sexual en conflictos reitera la urgencia de impulsar la equidad de género y el empoderamiento de la mujer en el planeta, en aras de llegar a la raíz del problema y su erradicación.
LLAMADO AL COMBATE FRONTAL
En un debate abierto del Consejo de Seguridad, la representante especial de Naciones Unidas para la Violencia Sexual durante Conflictos, Zainab Bangura, exigió enérgicas medidas para frenar los abusos y humillaciones que tienen como principal blanco a las mujeres, aunque también los padecen niños y hombres.
La experta de Sierra Leona lamentó la magnitud alcanzada por el fenómeno, muchas veces utilizado para aterrorizar, desplazar y someter a las víctimas.
Por demasiado tiempo, este tipo de violencia ha sido negada, llegó la hora de colocar esos crímenes y a sus responsables bajo escrutinio internacional, afirmó.
Bangura consideró a las agresiones sexuales uno de los asuntos morales más importantes de la actualidad, por su impacto en los seres humanos.
Recientemente, conocí en Mogadiscio, la capital somalí, a Luul Ali Osman, quien hace tres meses sufrió el terrible peso de la censura, el arresto y la prisión, por atreverse a hablar de su violación por fuerzas de seguridad en un campamento de desplazados, ilustró.
De acuerdo con la funcionaria, el caso de la joven es un recordatorio del adverso escenario imperante.
"Por mucho tiempo, la guerra ha dejado marcas imborrables en féminas como Luul, físicas, psicológicas, sociales y económicas", sentenció.
RESPONSABLES SEÑALADOS
Naciones Unidas divulgó una lista de actores no estatales y estatales a los que atribuye "sospechas creíbles o la responsabilidad de cometer violaciones y otras formas de violencia sexual".
La inmensa mayoría de los denunciados son grupos armados que siembran el terror en República Centroafricana, República Democrática del Congo, Iraq, Mali, Siria, Somalia, Sudán del Sur y Nigeria.
En la relación se incluyen 32 organizaciones, entre ellas el EI, el Frente al-Nusra, Boko Haram, el Ejército de Resistencia del Señor, Al Shabaab, el Movimiento para la Liberación Nacional del Azawad, Al Qaeda, los exrebeldes Séléka, las milicias anti-Balaka y la Alianza de Patriotas por un Congo Libre y Soberano.
El auge en los últimos años del extremismo en regiones de África y el Medio Oriente despierta particular preocupación, por el empleo de las violaciones y otros abusos sexuales como táctica para aterrorizar a la población.
Tal vez uno de los ejemplos más evidentes es la cruzada de los extremistas del EI, quienes el año pasado declararon un califato que abarca desde la gobernación siria de Alepo hasta la provincia iraquí de Diyala.
Los fundamentalistas utilizan la violencia sexual en las zonas bajo su control para dominar a la población, lo cual vimos en junio de 2014, cuando tomaron Mosul y áreas circundantes, en el norte de Iraq, denunció la ONU.
Según el informe del Secretario General, allí los islamistas pusieron en práctica un patrón de abusos, que incluyó esclavitud, secuestros, tráfico humano y hasta abortos forzados por el origen étnico de sus víctimas, conducta corroborada por mujeres y niñas que lograron escapar.
No menos repudiable ha sido el accionar de Boko Haram en Nigeria, donde sus miembros son acusados de raptos masivos, matrimonios forzados y venta de mujeres y niñas, crímenes con frecuencia ligados a la violencia sexual.
MEDIDAS URGENTES
En su reporte, Ban recomendó medidas cuya aplicación corresponderían al Consejo de Seguridad y los estados miembros de la ONU.
De acuerdo con el diplomático, urge reconocer a la violencia sexual como una táctica de guerra y terror, integrar el asunto a las sanciones dictadas por el Consejo e incrementar las presiones sobre los supuestos responsables, sin descartar su remisión a la Corte Penal Internacional.
Asimismo, instó a la comunidad internacional a garantizar la asistencia a las víctimas y respaldar los esfuerzos de Naciones Unidas contra el flagelo.
*Corresponsal jefe de Prensa Latina en Naciones Unidas