Durante el fin de semana que acabo de pasar en Puerto Príncipe, para ayudar a edificar puentes de entendimiento, me asaltó el recuerdo de dos grandes seres humanos de esta isla: Jacques Viau, aquel inmenso poeta haitiano que en 1965 ofrendó su vida en defensa de esta patria, y Sonia Marmolejos, madre procedente de la hondura humilde de este pueblo, que amamantó a bebés haitianos rescatados de los escombros del terrible terremoto de Haití. Ambos son símbolos supremos de la solidaridad humana que trasciende fronteras, credos y razas y vale mucho más que la engañosa cháchara irracional de los enanos de espíritu.