Por Randy Saborit Mora
Guatemala, 18 may (PL) Muchos se preguntan hoy en Guatemala qué seguirá al terremoto social generado por casi 60 mil personas en la Plaza de la Constitución el sábado último, con réplicas en el interior y el extranjero.
El presidente, Otto Pérez Molina, anunció que esta semana hará cambios en su gabinete, sin embargo, el clamor de la ciudadanía exige su dimisión y reformar el Estado, mientras critica el actual sistema de partidos políticos.
La gran interrogante es si Pérez Molina abdicará, como lo hizo su vicepresidenta Roxana Baldetti el 8 de mayo pasado, en medio de protestas multitudinarias a raíz del desmantelamiento de una red de corrupción que desvió millones de dólares.
La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala señala al exsecretario privado de la Vicepresidencia, Juan Calos Monzón, como presunto líder de esa estructura delincuencial, pero aún permanece prófugo de la justicia.
En caso de que el gobernante cesara en sus funciones, el mando lo tomaría Alejandro Maldonado, electo vicepresidente por 115 votos en el Congreso, la mayoría de diputados del oficialista Partido Patriota y el opositor Libertad Democrática Renovada.
Maldonado, juramentado en el cargo el jueves anterior, cuando era magistrado de la Corte de Constitucionalidad votó en contra de sentencia dictada contra Efraín Ríos Montt por delitos de genocidio y lesa humanidad hace dos años.
Ante el complejo escenario, la Coordinación de ONG y Cooperativas de Guatemala sugirió crear un Consejo de Estado de representación multisectorial y de pueblos, en tanto se convoca a una Asamblea Nacional Constituyente integrada de forma idéntica.
La Universidad de San Carlos llamó a academias, colegios profesionales, iglesias, pueblos indígenas, organizaciones gremiales, sector privado, cooperativas y otras organizaciones a integrar la Plataforma Nacional para la Reforma del Estado.
Nadie tiene una varita mágica para saber lo que acontecerá en los próximos días, pero la realidad es que la gente salió a protestar a la calle pese al miedo inoculado durante años a fuerza de masacres y desapariciones durante el conflicto armado de 1960 a 1996.
Hace dos días, incluso bajo la lluvia, casi 60 mil gargantas entonaron el himno nacional frente al Palacio Nacional de la Cultura, donde permanecieron con capas y sombrillas.
"Despertar ciudadanos, esperanza en jóvenes, no más corrupción"; "Fue tanto el saqueo que cansaron al pueblo", "No más fiestas, diputados a trabajar"; "Devuelvan el dinero, parásitos", decían las pancartas.
Otras proclamaban "El pueblo manda, el pueblo es el soberano", "Menos políticos, más médicos" y "Funcionarios corruptos, renuncien ya".
En la concentración participaron estudiantes de las universidades de San Carlos, Francisco Marroquín, Del Valle y Rafael Landívar, así como profesionales de distintos sectores, horas después de que decenas de evangélicos oraron por la paz.
Significativo resulta que en esta nación con alto índice de violencia, no se registró ningún incidente durante las manifestaciones de las últimas cuatro semanas.
El sábado anterior también se reportaron protestas en Huehuetenango, Quiché, San Marcos, Baja Verapaz, Alta Verapaz, Jalapa, Totonicapán, Retalhuleu, Mazatenango, Chiquimula, Chimaltenango y Quetzaltenango.
En el Parque Central de esta última urbe, la segunda en importancia del país centroamericano, unos siete mil guatemaltecos cantaron Luna de Xelajú, un popular vals interpretado con marimba y considerado aquí como un segundo himno.
La manifestación trascendió las fronteras guatemaltecas al replicarse en Estados Unidos, Chile, Reino Unido, Holanda, República Dominicana y México.
"Aquí comenzó el efecto dominó", fue una de las consignas de los manifestantes que celebraron el 8 de mayo la dimisión de Baldetti frente al denominado "Guacamolón", conocido así por el color verde del Palacio Nacional de la Cultura.
Habría que ver si estas palabras tienen algo de profético en la tierra del quetzal.
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