La especie humana ha tenido movilidad continua motivado por diversos factores, a veces por razones económicas, políticas, étnicas y sociales. Alrededor del mundo millares de ciudadanos han tenido que abandonar su lar nativo en busca de un mejor porvenir.
Muchos han encontrado la muerte en esa travesía hacia lo desconocido, y otros sobreviven en un espacio social adverso donde la inequidad, abuso e indiferencia predominan.
Pero no se trata de un fenómeno actual sino que data de los principios de la propia existencia de la humanidad, aunque se ha incrementado producto de las guerras e innumerables confrontaciones internas y externas.
El incremento de la pobreza incentiva la salida de las gentes de sus lugares de origen, aunque algunos quieren culpar exclusivamente a diferencias étnicas y raciales.
La salida masiva de haitianos no es producto de diferencias raciales porque allí todos son negros, es sencillamente la miseria que estrangula a más del 95 por ciento de su población ascendente a once millones de habitantes.
Según estudio del Fondo de Población de la ONU, difundido en 1998, estima la población en Haití en casi ocho millones de habitantes, alcanzada cinco años antes de lo previsto en 1980. Al presente es de unos once millones y se proyecta que para el 2027 será de 16 millones.
El 70 por ciento de las parturientas haitianas tratan de salir hacia la República Dominicana donde reciben atenciones hospitalarias gratuitas en los centros hospitalarios del Estado.
Hay quienes ven la miseria haitiana a partir del terremoto que devastó a Puerto Príncipe en el 2010. Sin embargo, la pobreza entre los haitianos es de siempre, colocándose en el territorio más empobrecido de América y uno de los primeros a nivel mundial.
Haití el ejemplo impactante
La comunidad mundial no ha sabido aplicar medidas que a corto o largo plazo mejoren los niveles de vida de los haitianos, pese a que organismos mundiales como la ONU y la Unión Europea, aseguran haber invertido en Haití 10 mil millones de dólares después del sismo.
Peor aún, entre dirigentes de esas instituciones se sigue manejando la absurda fórmula de que la República Dominicana cargue como receptora de la tragedia haitiana.
En ese contexto, sobresale la insistente petición para que las autoridades dominicanas extiendan el plazo en el proceso de Regularización de los haitianos que residen en el país sin tener siquiera un acta de nacimiento.
El Papa Francisco acaba de exhortar a los obispos dominicanos con quienes se reunió en Roma, a que contribuyan con “soluciones solidarias” a la problemática de los inmigrantes haitianos.
“La atención pastoral y caritativa de los inmigrantes, sobre todo a los provenientes de la vecina Haití, que buscan mejores condiciones de vida en territorio dominicano, no admite la indiferencia de los pastores de la Iglesia”, dijo el Sumo Pontífice.
El mensaje debe estar orientado a que la sociedad haitiana con la ayuda de la comunidad mundial asuma su responsabilidad frente a sus conciudadanos, a que se busquen alternativas para viabilizar la vida en Haití de manera que la emigración no sea la única salida que tengan los habitantes de ese desafortunado territorio.
Más del ochenta por ciento de la población dominicana respalda que las autoridades inicien la repatriación de los ilegales al concluir el Plan de Regularización, según las últimas encuestas hechas en el país.
En otras latitudes del mundo, como en África, se han incrementado en las últimas semanas las muertes de miles de personas que huyendo de la miseria se lanzan al mar Mediterráneo buscando arribar a las costas sureñas de Italia.
¿Por qué no es capaz la comunidad mundial de buscar alternativas reales al drama de las inmigraciones que cada día va en aumento?
En los actuales momentos más de siete mil 502 millones de personas ocupan la población mundial, y de acuerdo al Informe de Desarrollo Humano de 2014 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) uno de cada cinco habitantes del mundo vive en situación de pobreza o pobreza extrema. Alrededor de mil 500 millones de seres humanos no tienen acceso a la educación, energía eléctrica, agua potable, salud y vivienda.
Se estima que 800 millones de personas pasan hambre en el mundo, según datos de organismos de la ONU.
Ante este cuadro millones de personas abandonan sus territorios de orígenes en busca de mejor suerte aunque tengan que enfrentan innumerables vicisitudes.
La protección fronteriza se ha colocado entre uno de los mayores retos de los Estados, incluyendo por supuesto al Estado dominicano que debe reforzar, modernizar y profesionalizar la seguridad en la frontera para evitar que un día sorpresivamente nos agarren “asando batata”.
Ahora bien, ¿dónde están los factores esenciales que generan los desplazamientos humanos en el planeta? Evidentemente, que las desigualdades económicas y sociales así como las guerras y los conflictos políticos son las causas principales de esta desgracia que avergüenza a la humanidad del siglo 21.
Jueves, 28 de mayo del 2015