Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 3 jun (PL) Haga lo que haga, sigue sin gustar y el paso al costado se antoja largo y dilatorio: la FIFA con Joseph Blatter de timonel, a la deriva y por seis meses más.
Sin embargo, la opinión pública reaccionó con agrado. Algunos aseguran que se trata de un anzuelo con carnada envenenada y otros apuestan a lo convencional: presiones al interior de la FIFA y externas obligaron a Blatter a dimitir.
No es, en cualquier caso, una salida inmediata ni definitiva. Tampoco se lee el vocablo clásico de irrevocable. Tiró la toalla pero con la idea de perpetuarse unos meses más y hasta erigirse el salvador del embrollo de la FIFA.
Muchos contrasentidos y dudas en el ambiente. Algunos observadores advierten una cortina de humo o tal vez maniobra de distracción, pero la pregunta sin respuesta hoy es ¿con qué objetivo?
La mala hora del fútbol anda desde hace una semana en la búsqueda de una salida honorable ante el escándalo de lavado de dinero, corrupción y sobornos que ensombrece al deporte de las multitudes.
Aunque será difícil conocer las motivaciones que hicieron cambiar de parecer a Blatter tan rápido, sin dudas un artículo publicado en el diario The New York Times pudo ser una de las causas principales.
El influyente cotidiano señaló con dedo acusador a Jeróme Vlacke, secretario general de la FIFA, por supuestamente haber transferido 10 millones de dólares a cuentas gestionadas por el ex vicepresidente de la entidad Jack Warner.
Warner es uno de los principales encartados en el escándalo que sacudió a la poderosa maquinaria del fútbol, cuando el pasado 27 de mayo la Fiscal General de Estados Unidos, Loretta Lynch, y el FBI enviaron a prisión a 14 implicados.
Los expedientes de lavado de dinero, corrupción y sobornos, incluyen en total a 17 personas, directa o indirectamente involucrados con la FIFA o empresas afines. Y como una entrega por capítulos, promete sacudir a la organización.
Analistas internacionales señalan que Blatter optó por el camino del pragmatismo a condición de terminar ileso en este bochornoso episodio. Seis meses es un tiempo prudencial para poner orden y colocar alfombra roja a su sucesor.
Todo indica que las ramificaciones son enormes y van a salpicar a funcionarios y países. Ello explica el escozor de Chile, donde la llegada de la Copa América es motivo de jolgorio para los hinchas y de preocupación para los dirigentes.
La cita continental se efectuará en ocho ciudades del 11 de junio al 4 de julio, con la participación de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Uruguay, Perú, Paraguay, México, Ecuador, Venezuela, Bolivia y Jamaica.
Las interpretaciones en las últimas horas son bastante disímiles y ya en Chile comenzaron a cerrarle el cerco a Sergio Jadue, el titular de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), a las puertas de la Copa América.
Jadue, que está incluido en una denuncia, junto a los otros nueve timoneles del fútbol sudamericano, de recibir dineros de manera irregular se defendió.
"No hay ningún motivo para renunciar ni para que estemos intranquilos, estamos afectados en lo personal y familiar, pero con la conciencia tranquila. No hay ningún tipo de irregularidades (…)", apostilló.
También Blatter fue enfático en su mensaje y ambiguo.
Aunque los miembros de la FIFA me reeligieron presidente, parece ser que no fui apoyado por todo el mundo del fútbol (…) convocaré un congreso extraordinario y pondré a disposición mi cargo, que va a ser cubierto lo más rápido posible, dijo.
De todas formas, en menos de una semana ya se ha visto como todo puede cambiar en un pestañazo. Ni el tiempo de Blatter es certero, y mucho menos el de Jadue.