Tras finalizar el impasse del Partido de la Liberación Dominicana para que la reforma de la Constitución permita la reelección presidencial, y los probables acuerdos con los partidos Revolucionario Dominicano y Reformista Social Cristiano, además de los ya concertados con el Bloque Progresista, el PLD tiene sobre sus hombros dos agendas fundamentales: la del partido en el marco de sus compromisos institucionales, como organización mayoritaria del país, y las ejecutorias gubernamentales, propias de su responsabilidad de Estado y responsable del Poder Ejecutivo de la nación.
La consideración es de Diómedes Núñez Polanco, miembro del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana, publicada en el periódico Hoy con el título “PLD: La estrella que no cesa”, referido por la Secretaría de Comunicaciones peledeísta.
Núñez Polanco, quien fuera asistente del profesor Juan Bosch, dijo que solo un partido fuerte, en áreas diferentes, como la organización, el respeto ganado ante el pueblo, la disciplina, la mística y la ideología, con clara y definida visión de futuro, es la garantía de continuar, de manera efectiva, con el proceso de crecimiento, modernización y transformación de la sociedad dominicana.
“Así ha quedado establecido en los diferentes congresos peledeístas, incluido el de 2001, que abolió el Programa de Formación Política del partido a través de los Círculos de Estudios, pero estableció un plan especial flexible de estudios: charlas, conferencias, talleres”, agregó.
El dirigente político e historiador también afirmó que el Partido de la Liberación Dominicana tiene un gran desafío con la formación, ya que esta es la salvaguarda del sustento de la calidad política de la organización y en la medida en que los partidos pierden su cuerpo doctrinario, sus principios y sus esencias, se acercan a su desnaturalización, a la pérdida de su identidad.
“Ya ha ocurrido con entidades de tradición histórica y heroica, que han traicionado expectativas: Partido Revolucionario Institucional (PRI), de México; Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI), de Venezuela; el Partido Justicialista (Peronista), en parte de su historia, en Argentina; y Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), de Perú, entre otras”.
Polanco explicó que lo que convirtió en poderoso al PLD fue su conjunto de valores, el cual le hizo merecedor de respaldo popular, recordando que en las primeras elecciones en que participó, en mayo de 1978, obtuvo 18,375 votos, equivalente al 1% de los sufragios, pero desde entonces fue creciendo a saltos: en 1982: 179,849; en 1986: 387,881; en 1990: 653,278; en 1996: 1,130,523; en 2008: 2,199,734; y en 2012: 2,323,150.
Igualmente, recordó que Juan Bosch siempre insistía en el tipo de militancia a que aspiraba a fin de que el partido alcanzara sus propósitos. En su discurso, en la Tercera Reunión del Comité Central, celebrada el 2 de abril de 1974, fue categórico al expresar que “junto con el fortalecimiento de la organización sobre la base de la educación y de las tareas prácticas de cada día debemos comenzar a aplicar inmediatamente, sin pérdida de tiempo, nuevos métodos de trabajo que conviertan al PLD en poco tiempo (no en cinco años como dijo alguno de los compañeros, sino en poco tiempo, en meses nada más) en un partido realmente militante, que es lo que tiene que ser el PLD.
Indicó que esa escuela de capacitación política que ha sido, y sigue siendo, la historia del PLD está abierta para el presente y el porvenir. “Ahí están la vida y la obra de Juan Bosch, cargada de lecciones, con dos epopeyas memorables en este 2015: 150 años del triunfo de la Guerra Restauradora y 50 años de la Revolución de Abril. Tanto para el ejercicio partidario como para el manejo de los asuntos de Estado y de gobierno”.