Cuando el pensador canadiense Marshall McLuhan anticipó un espacio social convertido en lo que definió “aldea global” jamás llegaría a imaginar que también sería una plataforma para la maldad, intriga, confusión y por supuesto, para el avance de las ciencias sociales. Estamos ante una extraordinaria estructura de reproducción de ideas, fraseologías, expresiones, visualizaciones, contenidos y hasta de distorsión y manipulación del mensaje.
Este agudo filósofo, crítico y profesor que nació el 21 de julio de 1911 y murió el 31 de diciembre del 1980, en Toronto, Canadá, advirtió con mucha razón de las implicaciones culturales, sociales y sicológicas de la industria cultural de masas.
El surgimiento de la Internet y sus múltiples aplicaciones han acortado aún mas las distancias que separaban las diversas manifestaciones culturales y de civilización entre la humanidad.
Sin embargo, esa extraordinaria explosión y crecimiento de esta innovadora tecnología está creando simultáneamente grandes retos que la presente generación debe reflexionar.
¿Cómo es posible que estemos dejando pacientemente que nuestras vidas sean dominadas por las herramientas tecnológicas?
Las redes sociales son importantes y necesarias a la vez, por lo que creo que nadie osaría cuestionar esa realidad, pero al mismo tiempo hay que establecer límites. El derecho a la privacidad es inherente a la vida en sociedad.
Entiendo que Facebook debe establecer una nueva normativa que permita controlar las acciones descabelladas de hackeadores que disfrutan y se deleitan colocando mensajes pornográficos atribuidos inconsultamente a personas que nada tienen que ver con esas acciones vandálicas.
Peor aún, subyace en el subconsciente de las personas afectadas un comportamiento inadecuado y la necesidad de formalizar aclaraciones por aquello de “quien calla otorga”.
Recientemente, fui víctima por segunda vez de esas malsanas acciones cibernéticas y agradezco sinceramente las muestras de solidaridad que en ambas ocasiones he recibido.
Desde la ciudad de Nueva York, Julio César Malone, con quien compartí durante varios años el noticiario de Radio Dial, en nuestro pueblo de San Pedro de Macorís, me advirtió en un texto del hackeo del que estaba siendo afectado. Lo mismo hicieron, los amigos puertorriqueños Rose E. Fortier y Heriberto Marquez así como el pastor Jesús Madera Torres, residentes en la Isla del Encanto, quienes han visitado nuestro hogar en la Sultana del Este. También, en Ciudad de Panamá, la dominicana Xiomara Rondón, me remitió un mensaje e igualmente desde San Juan, Puerto Rico, la colega periodista Cheidy de la Cruz.
Agradezco en el país la solidaridad y expresiones de los amigos Odalis Fernández; Julio Tejada, Sandra Severino, Oscar Antonio Canto, Yarima Sosa, Carolina Emperatriz, Luis Emilio Reyes Ledesma, Plántida H. Reyes, Miguel Morillo Abreu, Elizabeth Guerrero, Rafael Peralta Romero, Cándida Ortega, Angily Rosó, Jonathan Gómez Rodríguez, Jaime Rivas, Marcia Facundo, José Ramírez, Roberto Monclus, Willy Matos Medina, Michael Curiel, Elsa Peña Nadal, Vladimir Rondón Díaz, Juliana González, Onoris Metz y mis hijos Tania y Moisés Manuel Díaz Pérez, quienes hicieron esfuerzos técnicos para corregir el desafortunado episodio.
El poeta Peralta Romero escribió que “NO SOY ASI. Una amiga muy apreciada me ha advertido del uso de mi espacio en facebook para divulgar videos pornográficos y ciertamente me encontré con uno. He visto que mis amigos Dario De León, profesor universitario, hombre serio aunque divertido, y Manuel Díaz Aponte, periodista de marcada sobriedad, también advirtieron que sujetos pervertidos le han hecho lo mismo. Agradezco que no crean que haya sido capaz de divulgar semejante basura. Quien me conoce sabe que no soy así”.
La Respuesta de Facebook
Un texto que recibí del equipo de Facebook expone que: “En Facebook, hemos recibido una denuncia por una foto o publicación de tu biografía. Tras evaluarla, determinamos que la foto o publicación no cumple las Normas comunitarias de Facebook:
Facebook restringe la exhibición de desnudos, porque algunos públicos de nuestra comunidad global son especialmente sensibles a este tipo de contenido. Somos conscientes de que estas limitaciones afectarán en ocasiones el contenido compartido de forma justificada, incluidas campañas de concientización o proyectos artísticos, por lo que lamentamos las molestias que puedan ocasionar. Evaluamos constantemente cómo equilibrar el interés de libre expresión de los usuarios con las necesidades de nuestra diversa comunidad global”.
Estamos ante una realidad que ya nadie duda en admitir porque se trata de un fenómeno mundial utilizado incluso en acciones bélicas, en persecuciones políticas y de seguridad nacional como ha ocurrido con los Hackeos a los archivos de la Casa Blanca y el correo personal del propio presidente Barack Obama.
El diario New York Times reveló recientemente en una información atribuida a funcionarios de seguridad del gobierno de Estados Unidos, que hackers rusos accedieron a informaciones secretas desde el correo electrónico del mandatario estadounidense.
El mundo transita ante una nueva modalidad de penetración en las interioridades de las instituciones y personas que no tiene límite, llevándose consigo los últimos vestigios de los espacios de intimidad.
Articulo de Manuel Díaz Aponte
Martes, 9 de junio de 2015