Ahí están los videos donde Danilo Medina sataniza la reelección presidencial. Ahora alega que los dominicanos seguirían disfrutando por cuatro años más de un gobierno bueno. ¿Dónde está el gobierno bueno? ¿Qué se ha hecho en estos cuatro años que justifique su continuidad, reformando la Constitución al vapor y comprando legisladores con dinero del contribuyente?
En 16 años de gestión peledeísta, incluyendo, naturalmente, los cuatro de Danilo, no se ha resuelto un solo problema social o económico, contrariamente todos se han agravados. La deuda externa encontrada en el 2004 en ocho mil millones de dólares hoy supera los 35 mil, la nómina pública ha sido hipertrofiada y con tendencia al crecimiento, con motivo de la campaña electoral y la compra de Miguel Vargas, Doña Peggy (¡pobre viuda!), Fiquito y demás.
¿En qué se beneficia la población —y la democracia dominicana, como establece Medina— con el acuerdo del gobierno con una entelequia denominada PRD? Simplemente se está comprando una sigla histórica, que, dentro del conjunto de organizaciones que apoyarán la reelección, ocupa la casilla número uno. Por ahí es que anda el asunto.
De todos modos, no es cuestión de cantidad de siglas, la suerte está echada y todo indica que el electorado dominicano se distribuirá en dos polos: los que apoyan la reelección y los que la rechazan.
Y todo el que desaprueba la continuidad de Danilo Medina está consciente que en esta gestión, conforme a estudios económicos realizados por organismos nacionales e internacionales, el poder de compra de la gente se ha reducido, porque los sueldos y salarios se han mantenido estáticos y la inflación en bienes y servicios ha aumentado considerablemente, empezando por los productos de la canasta familiar.
¿Dónde está el crecimiento económico del que habla Medina, que no sea en el patrimonio de los funcionarios gubernamentales?
Los sueldos de guardias y policías son de miseria, induciendo a muchos a involucrarse en actos delictivos, incrementándose los índices de criminalidad, de la misma forma que se incrementa el déficit en el servicio eléctrico, mientras se denuncia a una CDEEE despilfarrando dinero, llena de botellas y haciendo operaciones sin transparencia en compra de plantas.
Se habla mucho del 4% asignado al sector educativo, pero no se percibe mayor nivel en las escuelas públicas y hay múltiples denuncias de irregularidades desde el ministerio correspondiente, de la misma forma que hay corrupción en el grueso de las instituciones estatales, dato confirmado por el propio embajador de los Estados Unidos.
El presidente debió de exponer las condiciones del pacto con Miguel Vargas. También del pacto de la impunidad con Félix Bautista (que ahora será su jefe de campaña en San Juan de la Maguana), Díaz Rúa, Sun Land, Barrick Gold y denuncia de Quirino. ¡Nada! Prefirió hablar del “fortalecimiento de la democracia,” cuando todos sabemos del retroceso registrado en las instituciones dominicanas
No hay árbitros en la justicia, en el Tribunal Constitucional, en la Cámara de Cuentas, en la Junta Central Electoral ni en el Tribunal Superior Electoral.
En un país sin instituciones independientes, con órganos electorales que podrían provocar una tragedia nacional, el presidente de la República, en un ejercicio de desprecio a la inteligencia de la gente, se despacha resaltando como un logro el secuestro de los poderes públicos.
Ahora entiendo el porqué nunca tomó iniciativa alguna, en su calidad de presidente del Consejo Nacional de la Magistratura, para enmendar los errores cometidos por su antecesor. Como buen estratega que es, sabía que él sería el beneficiario final de todos esos despropósitos.
Hay que admitir que el presidente dominicano es un excelente artista, que asume poses, hace teatro y hasta se oferta como víctima. Fue así que persuadió a la población a “no tirar piedras hacia atrás” para garantizar impunidad a los responsables del agujero fiscal superior a los 200 mil millones de pesos dejado con motivo de la campaña electoral del 2012.
La fiesta con el dinero del pueblo ya empezó, ahora bajo la dirección de Danilo Medina, con la compra de diputados que aprobaron la reforma constitucional y de siglas enteras que prestarán su casilla para que se coloque la cara de un presidente que ayer satanizaba la reelección presidencial y hoy la aprueba para su beneficio personal.
El discurso pronunciado por el presidente Medina fue muy malo. Malo en la forma, porque lucía incoherente y dtembloroso. Y peor en el fondo, porque oculta la realidad situacional de la República Dominicana, dibujando un panorama que no se corresponde en lo absoluto con nuestro país.