SANTIAGO.- Hace poco más de 20 años Annell Ovalles Peralta estaba signada a fallecer sin haber cumplido dos años porque, por su condición de ilegal, en un hospital de Nueva York se negaron a practicarle una cirugía de trasplante de hígado, condición única para preservar su existencia.
Junto a su madre Lidia Peralta, la niña fue virtualmente expulsada del centro asistencial público de aquel estado, con lo que prácticamente se decretaba su muerte, en vista de que sus parientes no tenían ninguna posibilidad de sufragar económicamente la intervención quirúrgica.
Eso ocurrió a finales de enero de 1995, cuando madre e hija viajaron a los Estados Unidos para explorar allí la posibilidad de lograr que en ese hospital la operaran, pero se encontraron con la dura realidad de que legalmente no calificaba para una intervención quirúrgica de esa magnitud.
Pero, el caso se hizo del dominio público y rápidamente adquirió connotaciones internacionales. A mediados de febrero de ese año en este país el asunto fue conocido con detalles pormenorizados, porque varios medios informativos dominicanos se interesaron en resaltar la amarga experiencia que vivía la familia Ovalles-Peralta y, gracias a varias publicaciones, sensibilizó la conciencia nacional.
Gracias a ello, meses después Annell finalmente fue operada en el mismo hospital donde le habían negado todo tipo de asistencia médica, creciendo y desarrollándose gracias a la positiva adaptación del hígado trasplantado.
Hace algunos días, 20 años después, recibió su certificado como psicóloga, egresada de la prestigiosa Universidad de Columbia, de Nueva York, orgullosa de haber vivido los sacrificios que significan estudiar una carrera tan exigente.
En ese centro de altos estudios no es común que ingresen personas que hayan estudiado en centros públicos de Estados Unidos. Pero ella tuvo ese privilegio debido a sus excelentes notas acumuladas en la secundaria y en la Universidad ratificó sus buenas calificaciones.
Se convirtió en alumna de la Universidad de Columbia gracias a una beca de la que fue merecedora inmediatamente se graduó en la escuela superior y que otorgan en Estados Unidos a estudiantes sobresalientes, facilidad que en ningún momento desaprovechó y fue acumulando buenas notas.
Pero si loable fue el esfuerzo que siempre Annell puso para ser de las más destacadas en su promoción, más impactante fue su experiencia, porque se vio en la necesidad de concomitantemente trabajar para ayudar económicamente a su familia, completada por sus padres Pedro y Lidia, así como Alba, su hermana mayor, con quienes reside en el condado del Bronx, todos con la calidad de ciudadanos estadounidenses.