El cuadro de violencia que presenta la sociedad estadounidense está preocupando no tan solo a los que residen en ese vasto y desarrollado territorio debido a la frecuencia en que se producen esos hechos lamentables, envolviendo inclusive de manera protagónica a niños y jóvenes que apenas comienzan a vivir Es algo aterrador que sigue llevando luto y dolor a numerosas familias.
Parecería una reedición de aquellas películas de vaqueros del viejo oeste americano donde nadie podía vivir con seguridad. Solo que ahora las armas son más sofisticadas y el grado de maldad entre la especie humana es mayor.
Es verdaderamente contraproducente que en la primera potencia económica, política, tecnológica y militar del mundo la adquisición de un arma de fuego entre la población civil es más fácil de obtener que comprar un juguete para niños.
La reciente masacre protagonizada por un joven de 21 años en el interior de la iglesia Africana Metodista Episcopal en Charleston, Carolina del Sur, abre nuevamente el debate sobre la urgencia de aumentar los controles de armas en Estados Unidos.
Dylann Roof, mató a nueve personas entre ellas, el pastor de la iglesia y senador estatal demócrata Clementa Pinckney.
Estos dolorosos hechos violentos proyectan la imagen de un territorio donde no hay seguridad para nadie, ni siquiera entre la población más indefensa como son los niños y ancianos.
Demasiada violencia ha promovido y ejecutado el sistema político que ha conducido los destinos de la sociedad estadounidense de los últimos cien años. Las armas convertidas en un objeto o adorno más del hogar están esparcidas por doquier y al alcance de cualquier ciudadano o ciudadana.
Evidentemente, que la intocable y toda poderosa industria armamentista de Estados Unidos es la culpable directa de los miles de asesinatos que se producen en Norteamérica. Por supuesto, sin incluir los millones de seres humanos que alrededor del mundo han perdido la vida por las agresiones, invasiones y guerras promovidas y ejecutadas por el imperialismo norteamericano.
Producciones cinematográficas como la Guerra de las Galaxias; The Texas Chainsaw Massacre, John Rambo entre otras, proyectan el poderío armamentista estadounidense cuyas consecuencias devastadoras a nivel doméstico son evidentes.
Tener en el hogar un rifle automático, una ametralladora, un fusil o una sofisticada arma de asalto es una cotidianidad en el diario vivir de muchas familias de Estados Unidos.
La prensa norteamericana difundió en 2012 que de 62 asesinatos masivos ocurridos en Norteamérica desde 1982, tres cuartos de las 139 armas empleadas por sus ejecutores fueron adquiridas legalmente.
Los escenarios escogidos por esos asesinos son escuelas, universidades, centros recreativos y templos religiosos.
Entre el listado de masacres que más impacto han provocado en la sociedad estadounidense están los siguientes:
§ 1984: James Oliver Huberty mata a tiros a 21 personas en un McDonalds en California.
§ 1986: el cartero Pat Sherill mata a 14 personas en una oficina de correos de Oklahoma.
§ 1991: George Hennard mata a 23 personas en una cafetería de Texas.
§ 1999: dos estudiantes del instituto de Columbine matan a 13 personas y hieren a 20 antes de suicidarse.
§ 2007: un estudiante mata a 32 personas y hiere a docenas en la Universidad tecnológica de Virginia.
§ 2009: 13 personas mueren en un tiroteo masivo en la base militar de Ford Hood en Texas.
§ 2012: James Holmes mata a 12 personas y hiere a 58 en un cine en Aurora, Colorado.
2014. Tiroteos en cines y colegios dejaron secuelas de muertes y heridos en diferentes Estados, entre ellos, en una sala de cine de Florida y en una escuela de Nuevo México.
Fuentes: The New York Times, The Washington Post y BBCMundo
Muchos se preguntan, ¿será que Estados Unidos requiere de una guerra interna como forma de que sus ciudadanos comprendan las consecuencias desgarradoras y destructoras de un conflicto armado?
El mundo civilizado debe sentir vergüenza ante la brutalidad de las continuas masacres que ocurren en espacios públicos del territorio norteamericano. En ese contexto, hay que indicar que el consumo excesivo de drogas narcóticas entre la población estadounidense, especialmente los jóvenes contribuye poderosamente a incentivar esa violencia desenfrenada.
Recientemente el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un emotivo mensaje a sus compatriotas dijo que:”El país necesita un cambio de actitud” para enfrentar colectivamente el drama de los asesinatos con armas de fuego.
Al mismo tiempo, instó a los congresistas a adherirse a los esfuerzos de su administración para reformar la legislación de control de armas.
Sin embargo, la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y su aliada la mega poderosa industria armamentística parece que finalmente lograrán tumbarle el pulso al gobierno de Obama, tal y como ocurrió con las administraciones de los presidentes que antecedieron en el poder.
Hay quienes entienden que la población de Estados Unidos debe retomar su temor a Dios para encontrar una solución al dramático y serio problema de las masacres con armas de fuego.
Ojalá que la visita oficial del Papa Francisco a territorio estadounidense en septiembre venidero permita proyectar una luz que irradie de paz al hermoso territorio de Estados Unidos de Norteamérica.
Articulo de Manuel Díaz Aponte
Miércoles, 24 de junio de 2015