Ninguna excusa que impida la unidad de los partidos y movimientos políticos en un solo bloque para enfrentar y derrotar la Corporación Económica Partido de la Liberación Dominicana (CEPLD), es válida.
No importa cuántos sacrificios haya que hacer en la conformación de la boleta electoral, ni cuántas concesiones ideológicas, incluso programáticas, sean necesarias. Creo que lo importante ahora es avanzar. Y para hacerlo es preciso sacar del poder la nefasta Corporación PLD.
He leído con interés los interesantes comentarios de Fidelio Despradel y César Pérez, sobre el particular. También he leído las declaraciones de Guillermo Moreno, Minou Tavares Mirabal, Eduardo Estrella y Fidel Santana, entre otros. Todos afirman estar en buena actitud de sentarse en “la mesa del dialogo” para alcanzar la urgente unidad. Sin embargo no en todos los casos la práctica se corresponde con las palabras.
De todos los partidos de oposición el principal es, sin dudas, el Revolucionario Moderno (PRM) que ya, al igual que el Frente Amplio, escogió su candidato presidencial sin mayores inconvenientes. Creo que el PRM, antes de elegir o seleccionar a sus candidatos congresuales y municipales, incluso la escogencia del vicepresidente, debe concluir los acuerdos o pactos con los partidos que integraran la Convergencia.
Guillermo Moreno habla de una unidad programática. Lo dice una y otra vez. No está de acuerdo con un acuerdo similar a los que ha hecho el PLD que no es más que repartir el Estado entre rufianes y pirañas de la política, algo que comparto plenamente. Ahora bien, ¿cuál es la propuesta concreta de Alianza País? ¿Tiene AlPaís un programa de gobierno para presentárselo a las demás fuerzas? No lo sé. El PRM trabaja en un plan de gobierno que deberá estar terminado en los próximos días donde participa gente de mucho nivel político, técnico y académico.Ese programa puede servir de base a las conversaciones francas y sinceras entre todos.(Algo bueno saldrá de ahí).
La unidad no es tan complicada cuando prima el interés de sacar la nación del hoyo profundo en que lo han metido los irresponsables que ven la política como un negocio putrefacto que hiere la conciencia colectiva. Hay que ponerse de acuerdo en cinco o seis puntos fundamentales que incluyan, por ejemplo, una Constituyente que defina el carácter del Estado y sus instituciones. No hablo de una revolución, ni creo que nadie lo haga en estos momentos.
No discutimos una unidad ideológica de comunistas, socialistas, demócratas, socialcristianos y de cualquier otra tendencia filosófica. Hablamos de terminar con la plaga morada, de salir de esta pandemia corrupta e inescrupulosa que afecta todo el tejido social.
Las diferencias en muchos puntos las dejamos a un lado para otra oportunidad. Por ejemplo, no estoy de acuerdo con las declaraciones de Guillermo sobre el tema haitiano que aparecen en el Diario Libre, porque si bien el país tiene derecho a regular la migración, no menos cierto es que ese problema se lo buscó el gobierno con una sentencia racista y discriminatoria que desnacionaliza a miles de dominicanos de ascendencia haitiana y que de algún modo premia a los que durante años han hecho negocios en la frontera con nuestros pobres vecinos que luego explotan en la construcción, los campos agrícolas y los bateyes. Pero esa diferencia con Guillermo o con cualquier otro no es obstáculo para la unidad.
Los acuerdos dentro de la corporación PLD, y luego con el PRD y el Reformista, le harán más daño que bien a Danilo Medina y su proyecto reeleccionista. El pueblo está rechazando esos pactos que violan los derechos a elegir y ser elegido de miles de militantes y dirigentes de esos partidos.
Los partidos y movimientos políticos de oposición verdadera, conscientes de la grave situación del país, tienen que aprovechar la coyuntura y trabajar en los acuerdos, pactos y compromisos que demandan las circunstancias. En ese sentido, los exhortos a no hacer “nada que perjudique la unidad, ni consolide al enemigo”, porque sería traición.