Es un ejercicio aconsejado por los más conspicuos pensadores de la diplomacia contemporánea quienes advierten que cuando no se dialoga es mucho más difícil encontrar una salida al conflicto presentado o en vía de ocurrir.
Henry Kissinger, uno de los artífices en la modernización y ampliación de la diplomacia estadounidense ilustra las vicisitudes que afrontó en el largo y tortuoso proceso de revisión de las relaciones diplomáticas con la República Popular China.
Actualmente, la República Dominicana está viviendo una nueva etapa en sus relaciones internacionales a partir de la actualización de los viejos esquemas migratorios predominantes por décadas.
Es natural que esa nueva política migratoria haya encontrado cuestionamientos entre la mayor masa de inmigrantes hacia nuestro territorio, porque por primera vez el Estado dominicano busca organizar un sistema migratorio acorde con los tiempos actuales. Por demás, el país tiene todo el derecho de reorganizar el flujo migratorio en su territorio amparado en sus leyes y esquemas institucionales establecidos en nuestra Constitución.
Y estamos viviendo una novedosa ofensiva diplomática aplicada por las autoridades a través del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El diseño de esta estrategia comunicacional y diplomática fue conocida y analizada previamente por el presidente Danilo Medina, quien reunió en el Palacio Nacional al canciller Andrés Navarro García; el ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, el director general de Comunicación de la Presidencia, Roberto Rodríguez Marchena y el director de Información, Análisis y Programación Estratégica de la Presidencia, Ramón Tejeda Holguín.
Posteriormente, el ministro de Relaciones Exteriores junto a varios funcionarios gubernamentales reunidos en la Casa de Gobierno, explicó a representantes diplomáticos y de organismos internacionales acreditados en el país, los alcances del Plan Nacional de Regularización así como la nueva política migratoria.
Difusión Internacional
El periplo emprendido por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Dominicana, Andrés Navarro García, para orientar sobre la nueva política migratoria del país es una medida atinada, bien pensada y oportuna.
En ese sentido, el funcionario se ha reunido con diversos cancilleres y funcionarios diplomáticos de Washington; El Vaticano, Bruselas y Panamá.
Ante la oleada de críticas presentadas, muchas de ellas sin sentido y con propósitos inconfesables, es lógico que las autoridades dominicanas decidieran emprender una ofensiva diplomática a nivel mundial para orientar directamente a gobiernos, entidades de la sociedad civil y organismos internacionales los alcances de la Ley169-14 y el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros.
Algunos han cuestionados las razones por las que el Gobierno tardó tiempo para proceder con esta diligente acción en el ámbito diplomático. No obstante, hay que precisar que Navarro García fue designado por el Poder Ejecutivo como ministro de Relaciones Exteriores el 15 de septiembre del pasado año, es decir, que solo tiene diez meses en el cargo.
Sin embargo, ha realizado hasta el momento una labor encomiable y está demostrando en la práctica que lo importante es la determinación y empeño por alcanzar buenos resultados ante los retos que se nos presentan.
El canciller tiene una actitud de un hombre educado, académico, reservado y muy prudente al momento de abordar públicamente algún tema. Lo demostró recientemente cuando en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, puso en su lugar al embajador haitiano Bocchit Edmond con palabras firmes pero sin caer en ataques personales.
Navarro García al defender valientemente a la República Dominicana ante el Consejo Permanente de la OEA, tildó de acto de difamación, mentiras e irrespeto total hacia la República Dominicana los pronunciamientos que con anterioridad hiciera el diplomático de Haití.
En gran medida parte del contexto adverso en el plano internacional a las disposiciones migratorias de las autoridades dominicanas, se debe a la insistente campaña de distorsión promovida por representantes locales e internacionales de ONGs pro haitianas.
Esos sectores ni siquiera han pensado en el daño que ocasionan a la imagen del país en el exterior, lo que evidentemente podría afectar nuestra principal fuente de ingresos en divisas.
Incluso, algunos hasta aplaudieron la infeliz y nefasta exhortación del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, quien sugirió un boicot contra el turismo dominicano por supuesta práctica racista.
Recientemente, esos mismos sectores hicieron coro con los pronunciamientos del representante de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, cuyo informe leído en rueda de prensa carecía de datos concretos y verídicos lo que fue calificado por el director general de la DICOM de la Presidencia, licenciado Roberto Rodríguez Marchena como “un perfecto arroz con mango”.
Peor aún, algunas personas entre ellas valiosos intelectuales que lucharon por siempre contra la intervención e intromisión de la OEA en los asuntos internos de nuestros países ahora piden abiertamente que envíe a sus representantes a “verificar” el proceso de aplicación de nuestra política migratoria.
¿A caso se les ha olvidado a esos sectores que fue la misma OEA quien respaldó y promovió la intervención militar de Estados Unidos en el país en 1965, trayendo nada más y nada menos que 42 mil marines para aplastar la lucha emancipadora y el retorno a la constitucionalidad con un costo en pérdida humana de más de cinco mil personas?
Articulo de Manuel Díaz Aponte
Martes, 7 de julio de 2015
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