8:36 a.m. En el patio del consulado haitiano en Santiago, decenas de haitianos esperan a que abra la oficina en este lunes de julio de 2015. Presos del desencanto, algunos, como Gary Locan, están de mal humor. Su ir y venir por obtener el pasaporte de su compañera, Marcelaine Pierre, está lejos de terminar. “Yo deposité los papeles en febrero. Hoy, cinco meses después, me dicen que vuelva en diciembre”, dice molesto Locan, pintor, originario de Lascahobas, en la meseta central.
Sin miramientos, denuncia “la irresponsabilidad e incompetencia del Estado haitiano”. “El estado haitiano nos abandonó como bestias”, se queja. Instalado en Puerto Plata, Gary Locan sostiene que en este contexto el pasaporte, esa pequeña libreta, puede determinar muchas cosas (siendo más legible a futuro que cualquier cosa escrita en papel perforado, con la tinta de la incertidumbre). A su entender, las autoridades deben priorizar a los haitianos en República Dominicana.
Desprovistos de documentos, mucha gente “regresó a Haití por su propia cuenta, ya sea por temor a represalias o para salvaguardar sus bienes acumulados”, afirma Jean Joseph, residente en Moca, ante la mirada de un pobre hombre que no tarda en decirle “sin pasaporte, no derecho”. Sin pasaporte, no hay derecho, le repite, con los ojos bien abiertos. Guachiman con un salario de 18,000 pesos al mes y con su pasaporte vencido, este sexagenario dice que vino a depositar sus documentos. No tiene idea de cuándo podría tener su documento.
No hay comentarios sin la autorización expresa del embajador o de la Cancillería, indica Jacques Pierre Martilus, cónsul general adjunto en Santiago desde la barrida hecha por la cancillería a causa de la forma calamitosa en que fue tratado hace algunos meses el caso del ahorcamiento del haitiano Jean Henry en Santiago.
“Es fundamental formalizar la migración, que los haitianos vivan en la legalidad, con sus papeles”, sostiene Harold Pierre, profesor de PUCMM, una de las universidades más prestigiosas de República Dominicana. “Una vez tengan sus papeles, serán menos maltratados”, indica, señalando que los trabajadores ilegales ganan menos. En promedio se paga 80% menos a un inmigrante ilegal por el mismo trabajo que hace un dominicano. Harold Pierre igualmente destaca las pobres competencias técnicas de la mayoría de la mano de obra haitiana que se encuentra en campos y en la construcción. Solo 0.7% de 543,233 haitianos censados por la Oficina Nacional de Estadísticas de la República Dominicana trabaja en centros de llamadas, indica Harold Pierre. Para él, los haitianos recuperarán su dignidad cuando Haití se enrrumbe por el camino del desarrollo.
Fernando Capellán, del Grupo M, cree también urgente formalizar la migración. Esta formalización protegerá los derechos de los trabajadores. "Podrán tener acceso a la seguridad social e insertarse formalmente en la economía”, dijo.
Otros empresarios quieren regularizar la situación de sus trabajadores que viven ilegalmente en territorio dominicano, según Daniel Supplice, embajador haitiano en la República Dominicana. Menciona a Juan Vicini Junior, quien, según dice, ha acordado asumir los costos del proceso de 4,000 haitianos que trabajan en 31,000 hectáreas. Es también el caso, dice Supplice, de inversionistas en banano, sector que emplea decenas de miles de haitianos en espera de su legalización.
La economía dominicana necesita de la mano de obra haitiana. Todo el mundo ganaría con la formalización de la migración, sostiene Errol Boulos, industrial haitiano que vive en República Dominicana desde 2003, siendo el más grande proveedor de velas perfumadas en el Caribe y América Latina. “El gobierno dominicano no puede darse el lujo de enviar a todos los haitianos a su casa”, indica al tiempo de subrayar la necesidad de buscar una solución a los problemas.
Al mediodía, en Juana Méndez, familias que han decidido regresar a su país pasan información a empleados instalados en una carpa de la oficina de inmigración. Algunas personas, confiesan con desenfado, no tener pasaporte ni ningún otro documento de identidad. Sobre la base de buena fe, Witny Joseph, residente en Puerto Plata desde hace 7 años, regresa a Port-de-Paix.
Obligados a tener documentos, muchos haitianos que viven ilegalmente en RD han sido estafados con falsificaciones. 7,000 actas de nacimiento falsas han sido devueltas en el marco del programa . Ese volumen de documentos falsos es tan solo la consecuencia del fracaso del Programa de Identificación y Documentación de Inmigrantes Haitianos (PIDIH), afirma una fuente fuera de récord.
Por el momento, nada indica que los haitianos ilegales encontrarán pronto la forma de obtener los papeles porque la oficina de migración e inmigración, entidad que funciona bajo la tutela del Ministerio de Interior y Colectividad de Territorios, no da buen servicio. En estos últimos meses, aquellos que viven en Haití, en Puerto Príncipe, deben tener paciencia con tal de obtener un pasaporte. Sobre ellos, al menos, no pesa la inminencia de una deportación que se acerca cada día más.
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