En las últimas semanas la República Dominicana ha tenido que desarrollar una gran campaña de defensa de nuestras políticas públicas, para enfrentar el grave y complicado tema de la migración ilegal y de la nacionalización a partir de la controversial sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, la Ley 169-14 y el Plan Nacional de Regularización.
Nuestra posiciones en los diversos organismos internacionales, en especial en la OEA, ha servido de mucho para mostrar la verdad de lo que pasa en nuestra nación con la presencia de ilegales haitianos y para mostrar una cara de diginidad y firmeza de nuestros funcionarios en los espacios internacionales. El Canciller Andrés Navarro se ha mostrado a la altura de las circunstancias y en cada foro que se ha presentado ha defendido el pais de manera precisa, clara y convincente. El ministro de la presidencia, Gustavo Montalvo, le dio una respuesta digna y ejemplar al presidente haitiano Michel Martelly, le dijo que hablaba mentiras y que debe respetar nuestro derecho soberano en el manejo de las políticas migratorias. En esta semana, el embajador ante la OEA, Pedro Vergés, respondió con dignidad y con datos convincentes, a las mentiras y tergiversaciones que el canciller haitiano presentó ante el plenario de ese organismo.
Y debemos seguir en esa misma línea: Defender nuestros derechos soberanos con firmeza y dignidad, pero sin radicalismos. Hay que estar claros que en la actualidad las autoridades haitianas seguirán con ese discurso de doble moral y de vender mentiras y tergiversaciones, debido a que ese pais está abocado a un proceso electoral que conlleva elecciones municipales, presidenciales y congresionales en los próximos seis meses.
Para los candidatos y autoridades hatianas el discurso anti-dominicano es un arma electoral que les da votos internos. Es una estrategia que se mantendrá por unos meses hasta que el panorama electoral se despeje. Por eso, las autoridades dominicanas deben tener mucho cuidado de no dejarse provocar ni tomar acciones radicales o extremistas. Eso de romper relaciones o de declarar una campaña abierta en contra de Haiti es una soberana estupidez que no resuelve nada sino que lo complica todo.
Debemos seguir llevando nuestros argumentos donde quiera que sea necesario. Y mostrar la verdad para desmontar todas las falsedades en torno a que no es cierto que en nuestra nacion hayan deportaciones masivas e indiscrimanadas, no hay apatridia y mostrar que estamos tratando con sentido humano a todos los inmigrantes y que ningún país del mundo ha llevado un proceso de regulación más amplio y respetuoso de los derechos humanos que el nuestro.
Y ese debe ser nuestro mismo proceder con la comisión de la OEA que hoy llega al país para evaluar en el terreno la realidad de lo que decimos. Nosotros como nación no tenemos nada que ocultar, por lo que no debemos tener temor de esa comisión. Por el contrario, el gobierno debe mostrarle a esa comisión la verdad de lo que está sucediendo, sin temor y con dignidad. Explicarle los alcances y la magnitud del plan de regularización, presentarles la muestra de los 55 mil dominicanos de origen haitiano que ha sido resuelto su status, mostrarle pruebas de que casi 40 mil haitianos se han ido de manera voluntaria y han sido tratados digamente en ese retorno y mostrarles las pruebas de la irresponsabilidad del gobierno haitiano en el proceso de darle documentación a sus nacionales.
Ni a a la comisión de la OEA ni a nadie debemos tenerle temor. Quien sea que venga a nuestra nación a comprobar la verdad, recibamoslo de la misma manera: Con firmeza, con dignidad, con la verdad y sin radicalismos.