El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Lord Acton (1887)
El Estado nuevamente será un factor –tal vez determinante- en las elecciones del próximo año donde se “elegirán”, además del presidente, senadores, diputados, alcaldes y regidores.
Así como Danilo Medina compró la reelección, tratará de comprar las elecciones para mantenerse en el poder garantizando el control del Senado y la Cámara de Diputados, al igual que la mayoría de los ayuntamientos, para lo cual dispondrá de los recursos del Estado aunque tenga que producir un déficits superior al creado por Leonel Fernández de 200 mil millones de pesos en el 2012.
No es casual que al plantear la modificación constitucional que permita la repostulación, no se hablara de aprobar una verdadera ley de partidos y otra de garantía electoral que permitiera transparencia y equidad en el uso de los recursos y de los medios de comunicación.
Danilo no quiere regulación, controles, y mucho menos equidad durante el proceso electoral. Seguirá utilizando el dinero del Presupuesto Nacional a manos llenas, como si fuera suyo, disponiendo cómo y dónde se gasta o malgasta, en su papel de benefactor, al que pronto sus lacayos llamaran “Padre de la Patria Nueva”.
(No dudo que veamos su foto junto a un letrero que dirá: “En esta casa Danilo es el jefe”, como tampoco dudo que los Volkswagen, -cepillos- se pongan de moda para vigilar las ciudades conducidos por los integrantes del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) para aterrorizar la población con los“calieses” y “los paleros de Balá”, todos en su versión morada).
Los 630 mil millones del presupuesto, los “donativos” brasileños, más los “aportes” de empresarios, banqueros (riferos), lavadores y capos, estarán al servicio de la reelección del presidente y sus senadores, diputados y alcaldes. Ese dinero sucio servirá para aumentar los programas sociales, como ya se está haciendo con la Tarjeta Solidaridad, Bono Gas, etc. Ese dinero lo veremos en Inespre, los Comedores Económicos, el Plan Social de la Presidencia y el Despacho de la Primera Dama. (Los gastos del gobierno aumentan vertiginosamente desde que se autorizó la reelección).
La “inversión” en propaganda y publicidad será espantosa. Lo veremos en la radio, la televisión, la prensa escrita y en las calles. Una buena parte de los “líderes” de opinión y dueños de medios de comunicación, harán su “Agosto” aprovechando la zafra electoral de la reelección.
Para lograr el control absoluto de los poderes del Estado, incluyendo los fácticos, Danilo cuenta con la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral que en última instancia decidirá quién será y quien no, senador, diputado, alcalde o regidor, cuando lleguen las impugnaciones.
Y como si fuera poco, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, estarán prestas, armadas hasta los dientes, para defender, no importa cuántos haya que matar, la repostulación del “Trujillo del Siglo 21” del que habló Leonel Fernández.
Para evitar ese panorama sombrío y tenebroso, la oposición tiene que ponerse los pantalones y aplicar una línea de masas en todo el territorio nacional exigiendo ley de partidos, ley de garantías electorales, sustitución de los jueces electorales, pues de lo contrario, ir a las elecciones será acudir a un “matadero electoral”.
Si los dirigentes y líderes de la oposición (Luís Abinader, Hipólito Mejía, Guillermo Moreno, Minou Tavarez Mirabal, Narciso Isa Conde, Fidel Santana, Juan Hubieres, Fidelio Despradel, Eduardo Estrella, Guido Gómez Mazara, entre otros), no están dispuestos a jugarse el todo por el todo, a dar la batalla; si tienen miedo, que se quedan en sus hogares y se compren un perro prieto, porque lo que viene no es un juego de niños.
No olviden que el que se come un tiburón podrido sin eructar, el que echa en un zafacón los principios, es capaz de cualquier cosa.