No tenía las herramientas físicas para triunfar en el exigente mundo del béisbol, y mucho menos como lanzador, pues no tenía el tamaño ni la fortaleza para entrar en el círculo reducido de los mejores.
Es verdad, no tenía las condiciones físicas, pero tenía algo más importante: Inteligencia, determinación, coraje, y un corazón más grande que los estadios donde hizo historia con una buena curva, una recta rondando en principio las 100 millas y un cambio de velocidad que “sacaba de paso” a los bateadores. Su control de la zona de strike era inigualable.
Inteligencia, determinación, trabajo, coraje, hicieron de Pedro Martínez el lanzador que lo llevó a la inmortalidad en el salón de la fama del béisbol de Estados Unidos, lo cual repercute en todos los países donde se practica ese pasatiempo que muchos consideran un deporte.
Lo de Pedro ha sido grande, sobre todo si tomamos en cuentas las interrogantes iniciales de su estatura, peso, etc. Y el hecho de que aproximadamente el 4 % de los jugadores de pelota llegan a las Grandes Ligas. Si es así, hay que suponer que el porcentaje que llegar a Cooperstown es infinitamente más bajo.
Menos del uno por ciento. Y eso hace que la proeza de Pedro Martínez, al igual que la de Juan Marichal y los demás dominicanos que lleguen, resulta inverosímil.
Para este neófito en la materia lo más importante del legado de Pedro no es las tres veces que ganó el Premio Cy Young (en verdad debieron ser cuatro)al mejor “pitcher”, ni los poches del juego de Estrellas de 1999 que le valieron el más valioso, ni las ocho ocasiones en que fue elegido “All-Star”, o sucontribución con el campeonato mundial del 2004, ni las 219 victoria de su carrera o los tres mil y tantos peloteros que ponchó, etc.
Más allá de los “numeritos” de Pedro en Grandes Ligas, su legado, es haberse convertido en un paradigma de superación constante sin recurrir al fraude, al engaño, a la mentira, a los vicios, a la trampa. Nada empañó sus años como profesional del béisbol. Se mantuvo limpio siempre. Esa es su hazaña en el mundo de los esteroides, del alcohol, las apuestas y los fraudes.
Por eso su mayor legado es haber demostrado que a pesar de las adversidades, cuando se tiene talento y ganas de avanzar para beneficio propio y de su entorno social, se puede, sin transgredir los valores éticos y morales aprendidos durante la infancia. ¡Claro que se puede!
En la República Dominicana los valores del éxito los encontramos en los partidos y sus dirigentes, en sujetos que han alcanzado fama y fortuna a través del contrabando, la evasión fiscal, el narcotráfico, el crimen, los juegos de azar, la prostitución, la corrupción, etc.
En un país donde nadie quiere “hacer la cola”, donde “na e na”, donde no se respetan las leyes ni las normas más elementales, donde el caos es incentivado por las autoridades porque de eso viven, es que Pedro Martínez es grande, es ahí donde su legado adquiere una dimensión social extraordinaria.
Pedro Martínez ha demostrado que se puede ser exitoso estudiando, trabajando, apegado a la familia, sobre todo a los padres y los hijos, sin fraudes, zancadillas, drogas, mentiras, crímenes, robos, asaltos y violaciones constantes a las leyes que hacen posible la convivencia ciudadana. ¡Ese es su legado!