Los Haitianos
Al igual que en los EU y Europa, los gobernantes y ciudadanos de países latinoamericanos y del Caribe han rechazado y continúan enérgicamente repudiando la permanencia de haitianos en sus territorios.
Muchos de las decenas de miles de haitianos que abandonaban su país en los últimos años intentaban ir a Estados Unidos (EU). Otros se dirigieron a otros países de la región, como República Dominicana, Canadá y las Bahamas. Algunos han obtenido asilo, pero la mayoría ha sido devuelta a Haití, principalmente desde los EU, desde Canadá y desde las Bahamas. Miles de haitianos estuvieron confinados en la base naval estadounidense de la bahía de Guantánamo, en Cuba, pero la casi totalidad de los mismo fueron posteriormente repatriados a Haití, desde donde en febrero 1997 se lograron “ocultos acuerdos” con el gobernante dominicano de entonces, para empezar a trasladarlos a la República Dominicana. Muchos haitianos quisieron huir más lejos, a Sudamérica y Europa. Sin embargo, a mediados de los años noventa, Suiza y Francia impusieron nuevos requisitos restrictivos al visado de entrada a su territorio, a fin de impedir el ingreso de africanos y caribeños.
La mayoría de los miles de haitianos que se encaminaron a EU por mar tras el golpe de Estado de septiembre 1991 fueron interceptados por las patrullas de la Guardia Costera de EU antes de llegar a territorio norteamericano. En alta mar, los haitianos solicitaron que se les concediera asilo en Estados Unidos, pero todos fueron llevados a la base naval estadounidense de Guantánamo (en Cuba), donde funcionarios del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) del Departamento de Justicia de EU, los sometieron a un proceso de selección para determinar (condiciones de salud, grado de escolaridad) la posibilidad de conceder asilo a algunos de ellos. Estos procedimientos de selección no se ajustaron a las normas internacionales, ya que carecieron de garantías esenciales, como el acceso a asesoramiento jurídico de los haitianos y a un recurso efectivo contra la denegación. Sin embargo, a muy pocos (3%) se les permitió llegar a EU, la casi totalidad de ellos fueron devueltos a Haití.
El 24 de mayo de 1992, el presidente George Bush (padre) dictó una Orden Presidencial por la que todos los haitianos interceptados en el mar serían devueltos directamente a Haití, sin prestar consideración alguna a su solicitud de asilo en EU. El presidente Bill Clinton, que tomó posesión de su cargo en enero de 1993, continuó esta política pese a las promesas de cambio realizadas durante su campaña electoral; así, EU violó el principio reconocido internacionalmente de non-refoulement (no devolución), que se opone a la repatriación forzada, y renegó de las obligaciones contraídas en virtud del artículo 33 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, de 1951. Desde la oficina del encargado especial del Departamento de Estado, Lawrence Pezzullo, se afirmó que “la repatriación de los haitianos es una política de prioridad nacional y ni la ONU ni ninguna otra organización nacional o internacional tiene que inmiscuirse en esa decisión porque los EU, como país soberano que es, está ejerciendo los derechos que le corresponden con esas repatriaciones”.
En mayo de 1994, en parte como resultado de las continuas críticas nacionales e internacionales a la política norteamericana de repatriación forzada, el presidente Bill Clinton anunció que los solicitantes de asilo haitianos interceptados en el mar por la Guardia Costera estadounidense ya no serían devueltos sumaria y directamente a Haití, sino que se les permitiría presentar su solicitud de asilo a bordo de los navíos estadounidenses, para posteriormente intentar establecerlos en algunos de los otros países de la región, “pero no en territorio norteamericano”.
A principios de julio 1994, el gobierno estadounidense anunció que se ofrecería a los haitianos interceptados en el mar la opción de ser llevados a "otro país" de la región o ser devueltos a Haití. Ya no se les ofrecería la oportunidad de una audiencia para presentar su solicitud de ser asilados en los EU. Las ONGs defensoras de los derechos humanos radicadas en los EU y en la Unión Europea, así como también los congresistas negros del “Black Caucus”, artistas y líderes del Movimiento Negro en EU calificaron de racista esa nueva medida política del presidente Clinton. Sin embargo, la Suprema Corte de EU falló que el Presidente Clinton tenía pleno derecho a repatriar a todos los extranjeros indocumentados y que “los haitianos podían ser y continuarían siendo repatriados si así lo decidía el Presidente”. El gobierno de EU procedió entonces a negociar con los gobiernos de los países latinoamericanos y del Caribe para que aceptaran dar asilo a los haitianos, pero los gobernantes de dichos países, conscientes de que hay clases de asilados que enriquecen intelectual y culturalmente la sociedad del país que los acoge, también lo estaban de que, contrariamente, hay otras que las atrasan y empobrecen. Por esto, rechazaron indignados la posibilidad de acoger a los haitianos emigrantes en sus territorios.
Ninguno de ellos accedió a los deseos de EU, ni siquiera en principio.
Reacciones de los gobernantes del área del Caribe ante la propuesta de funcionarios del gobierno de los Estados Unidos para que concedieran asilo temporal a los haitianos que abandonaban su país hacia los Estados Unidos
Venezuela: “nos produce mucha pena la deplorable situación de los haitianos, siempre los hemos ayudado y estamos en disposición de ofrecer cualquier tipo de ayuda humanitaria, pero acceder a brindarles asilo en Venezuela, es muy diferente. Esa agraviante y nociva propuesta es imposible de aceptar, de hacerlo los venezolanos no me lo perdonarían nunca, sería incapaz de traicionar la confianza que por segunda ocasión han depositado en mí”.
Presidente Rafael Caldera, (1994, Segundo Período Presidencial)
Costa Rica: “la lamentable pobreza del pueblo haitiano es parte de las causas que motivan esas emigraciones, pero no podemos aceptarlos como refugiados en Costa Rica. Nosotros también tenemos nuestros problemas con indocumentados nicaragüenses, pero estamos trabajando para solucionarlos… y lo estamos logrando. No me parece que ningún país de América Latina esté en disposición de hacerse cargo del desfavorable problema que representan los emigrantes haitianos”.
Presidente José María Figueres (Noviembre 1994)
Cuba: “… en frágiles e improvisadas embarcaciones han arribado a nuestras playas 460 haitianos en muy malas condiciones, enfermos, hambrientos y vistiendo harapos. Están siendo atendidos en nuestros hospitales, en donde se les están administrando los medicamentos necesarios, buena alimentación y nuevas vestimentas. Una vez que sus condiciones generales retornen a la normalidad, todos serán reembarcados en sus reacondicionados botes y remolcados por lanchas de nuestra marina, hasta las proximidades de las costas de Haití”.
Fidel Castro R. (1993)
Colombia: “Colombia rechaza categóricamente la posibilidad de permitir emplazar campamentos temporales de refugiados haitianos en nuestro suelo. Inaceptable, absolutamente inaceptable… absurda propuesta la de aceptar haitianos en nuestro país”.
Presidente Ernesto Samper (Diciembre 1994)
República Dominicana: “funcionarios del gobierno norteamericano y Organismos Internacionales han insistido en que la República Dominicana conceda refugio a los haitianos que están abandonando su país en embarcaciones hacia los Estados Unidos y algunos otros destinos; asimismo me reiteraron el compromiso del gobierno norteamericano de responsabilizarse, por completo, de todos los gastos de construcción, en territorio dominicano, de las instalaciones que servirían de campamentos a los refugiados haitianos. Asegurando además que proveerían toda alimentación y medicamentos que sean necesarios en los mismos. A cambio prometen interceder favorablemente ante bancos y otros organismos extranjeros para la concesión de préstamos a nuestro gobierno, para que podamos continuar con nuestra política de construcciones. No faltaron tampoco las promesas y el ofrecimiento de reconocimientos y honores a mi persona por renombradas instituciones extranjeras.
Mi respuesta fue que ya que ellos se comprometían a asumir con los costos que acarrearían las construcciones y mantenimiento de dichos campamentos en nuestro país, entonces lo adecuado era que los mismos fueran emplazados al otro lado de nuestra frontera, en el mismo Haití, pero ¡no de este lado de la frontera!, ¡no en suelo dominicano! Agradecí y rechacé también el ofrecimiento de los préstamos que me ofrecían, informándoles que nuestro gobierno continuaría la política de construcciones en la medida que nuestros ahorros internos lo permitieran; aclarándoles además que yo no necesitaba honores ni reconocimientos extranjeros, mucho menos a tan alto costo para nuestra nación”. Como Presidente dominicano que actualmente soy “¡sería para mí un auténtico despropósito aceptar el asentamiento de haitianos en tierras dominicanas!, ¡un desconocimiento… una negación y una ofensa a la memoria de tantos y tantas dominicanos que todo lo sacrificaron por la patria, por esta patria de Duarte, de Sánchez y Mella ! ”.
Presidente Joaquín Balaguer (Febrero 1994)
Honduras: “por humanitarismo transigimos a la pertinaz petición de diferentes representantes del gobierno norteamericano y de la OEA, para el emplazamiento circunstancial y temporal, durante sólo 6 meses, de campamentos en territorio hondureño para refugiados haitianos. Cinco meses han transcurrido de la prescripción del plazo acordado en que los refugiados debían ser retornados a su país de origen o a cualquier otra localidad fuera del territorio hondureño. Hemos insistido en nuestros requerimientos, no obstante resulta verdaderamente ultrajante y deshonesto el comportamiento de la OEA y del gobierno norteamericano, que evaden ahora cumplir con lo estipulado, cumplir con el compromiso acordado.
Toda mi vida la he dedicado a defender los derechos de los hondureños, quiero cambiarle a la Patria su rostro avergonzado y desde este momento estoy impartiendo las directrices encaminadas a la clausura inmediata de los campamentos y, sin tardanza ni aplazamientos, el embarque de todos sus ocupantes, niños y adultos, hacia Haití, su país de origen. Honduras es pobre, pero callarme o resignarme, por subordinación, reverencia o vasallaje ante esta vergonzosa y lesiva presencia, sería mezquino y bochornoso. Jamás permitiría ni permitiré la perpetuación de tan anómala y perjudicial situación en detrimento y menoscabo de nuestro país y de los hondureños. Como su Presidente, tengo la obligación y el deber de gobernar para mejorar las condiciones de Honduras y de todos los hondureños, no para empeorarlas…”
Presidente Carlos Roberto Reina (marzo 1995)
Panamá: En 1993 el Presidente Guillermo Endara, secretamente accedió a la petición del gobierno norteamericano de conceder asilo a 10.000 (diez mil) refugiados haitianos, en una de las pequeñas islas adyacentes y pertenecientes a Panamá. Algunas semanas después, cuando la concesión del Presidente se hizo de conocimiento público, el pueblo panameño reaccionó encolerizado. Hubo múltiples marchas de protesta, los medios de comunicación desaprobaron y desataron campañas contra esa decisión, los intelectuales la calificaron de inaceptable, vergonzosa y deshonrosa indulgencia presidencial, presagiando como una de sus futuras consecuencias el ineludible decrecimiento del intelecto y la cultura de toda la población panameña; las movilizaciones estudiantiles se hicieron cada vez más violentas, hasta que finalmente, la Asamblea Nacional hubo de desautorizar la concesión presidencial.
El presidente Endara se vio en la obligación de rectificar a su complacencia, y así lo comunicó a los EU y a la OEA.
Panamá tampoco aceptó haitianos en ninguno de sus territorios.
Comunidad del Caribe (CARICOM): Belice, Jamaica*, Guyana, San Kitts y Nevis, Surinam, Trinidad y Tobago, rechazaron todos enérgicamente la propuesta del gobierno norteamericano de recibir haitianos en sus territorios.
* Jamaica sólo aceptó a seiscientos (600) refugiados haitianos