Se supone que los acuerdos o pactos entre partidos y organizaciones políticas deben suscribirse dentro de un marco programático en función de los intereses de quienes lo suscriben sin que necesariamente tengan las mismas tendencias ideológicas.
Alianzas coyunturales entre partidos de izquierda y derecha se han producido a lo largo de la historia sin perder la identidad ni los propósitos estratégicos de las partes.
Sin embargo, en la República Dominicana los acuerdos o alianzas realizados por el Partido de la Liberación Dominicana desde que asumió el poder en el año 1996 han tenido un carácter nefasto y oportunista, repartiendo los bienes del Estado.
El llamado Bloque Progresista no está formado para buscar el bien común; no se trata de servir al bienestar de las mayorías, ni apuntalar el desarrollo de la nación; no pretenden resolver problemas fundamentales del país, como el energético, la educación, la vivienda y la salud. No. Los dirigentes tanto del PLD como de las demás fuerzas que integran el desgraciado Bloque buscan su enriquecimiento.
No es “¡Dímelo!”, es “¡Dámelo!” “¡Dame lo mío!”. Buscan saquear el Estado. Quieren llenarse las alforjas de dinero y poder. No les importa comerse un tiburón podrido y lanzar los principios al zafacón, pues el primero en hacerlo fue Danilo Medina, candidato presidencial a pesar de haber jurado y perjurado que jamás intentaría repostularse.
Al troyano de Miguel Vargas y sus socios del PRD solo les interesa mantener sus múltiples privilegios empresariales y económicos. La suerte del pueblo le importa un comino. Negocios, son negocios. (Business is business) Los demás “aliados” del PLD, sin excepción conocida, buscan su pedazo del pastel del Estado.
“¡La República Dominicana es inagotable!”, decía un slogan del ministerio de Turismo. Y es verdad, se la están robando desde que llegó Colón en 1492.
La Convergencia por un mejor país tiene que establecer clara diferencia. El PRM, el Frente Amplio,Dominicanos por el Cambio, que acaba de sumarse, entre otros partidos y movimientos, tienen que unirse programáticamente en torno a cinco o seis puntos fundamentales y dejar las diferencias, que siempre existirán, para una etapa posterior.
Lo primero, si hay interés en avanzar, es sacar del poder al PLD, tarea que nunca será fácil, porque dispone de un poder extraordinario en el Estado y de una fortuna incalculable fruto del robo, el saqueo y la corrupción.
Participar “solos” en las elecciones venideras, como al parecer han decidido algunos grupos de izquierda y de centro sería un error imperdonable, porque estarían haciéndole el juego al PLD y contribuir con el continuismo, la corrupción y la impunidad.
Hay dos caminos, no tres: El que representa el PLD y sus secuaces. Y el segundo, el que encabeza Luís Abinader dentro del Partido Revolucionario Moderno junto con Fidel Santana, Juan Hubieres, Hatuey de Camps, Eduardo Estrella, entre otros con los cuales se discuten fórmulas de advenimiento.
El “narcisismo” político, el sectarismo, el “yo”, el creerse el oasis del desierto y el último “jarro” de agua fría del planeta, no son excusas para impedir la unidad de los que estamos “jartos” del PLD y precisamos de un cambio de verdad, no como el que propone en Santo Domingo el alcalde Roberto Salcedo, mejor conocido como “fuiqui-fuiquiti”.
Un voto en contra del PRM y la Convergencia, es un voto en favor de Danilo, del PLD, la impunidad y la corrupción, aunque sea de izquierda, de ultraizquierda, de centro o derecha.Dar un paso hacia adelante y dos hacia atrás, parafraseando a Lenin, es retroceder.
Derrotar al PLD y sacarlo del poder, es la tarea principal de las fuerzas populares, democráticas y revolucionarias. Usted está de un lado (Danilo-PLD-Bloque Progresista) o del otro lado, (Luis-PRM-Convergencia por un mejor país). No hay de otra.