La prolongada sequia que afecta a la República Dominicana al igual que a otros países de Centroamérica y El Caribe, ha determinado que las autoridades dominicanas adopten medidas para la protección de nuestros ríos y capacidad boscosa.
Toda la población debe respaldar esas disposiciones por tratarse de una situación extrema que no solamente está afectando el normal suministro de agua potable a los hogares sino que también produce cuantiosas pérdidas a los productores agrícolas y ganaderos.
Desde hace varios meses el territorio nacional sufre las terribles consecuencias de la sequia que igualmente se ha sentido en Panamá, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Puerto Rico y Cuba.
El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales decidió incrementar la vigilancia en los principales ríos y áreas boscosas del país, como forma garantizar el cumplimiento de la resolución que prohíbe la extracción de agregados para la construcción y la tala de árboles maderables.
La medida establece una vigilancia especial en los ríos Yuna, Yubaso, Nizao, Yaque del Norte, Haina, Masipedro, Jima, Jatubey, Fula y Yuboa.
"Las autoridades ambientales han incrementado la vigilancia en los principales ríos y las zonas boscosas, como parte de los esfuerzos de proteger el medioambiente y los recursos naturales de la República Dominicana", dice un documento difundido por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Preservación de los Bosques
Diversos sectores del país especialmente representantes de las organizaciones ambientalistas habían formulados críticas al ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Bautista Rojas Gómez, por no disponer de acciones tendentes a proteger nuestros ríos ante la ausencia de lluvia.
Es válida la medida de proteger los ríos y áreas boscosas porque ya estamos ante una línea de peligrosidad extrema.
Sin embargo, hay quienes entienden que República Dominicana debe abocarse a una estricta política de preservación de los bosques y afluentes de aguas dulces, muchos de los cuales han sido secados como consecuencia de la extracción indiscriminada de arena y gravilla.
Lo cierto es que las autoridades tienen que actuar enérgicamente aplicando la Ley a quienes intenten violar las disposiciones tendentes a la preservación de los ríos y arroyos que todavía generan agua para el consumo humano.
Este mineral es imprescindible para la vida y subsistencia de la especie humana y animal por lo que no podemos permitir la destrucción de nuestros bosques.
¿Por qué las autoridades no incentivan la protección de las áreas verdes y bosques nacionales entre la población para que así tengamos una foresta fuerte y sostenible?
Es necesario integrar a nuestros jóvenes en campañas masivas de siembras de árboles en el territorio nacional, conjuntamente con los centros educativos de los diferentes niveles de la enseñanza. También, a las empresas e instituciones públicas y privadas, incluyendo los medios de comunicación masiva.
Las autoridades en anteriores ocasiones han hecho esfuerzos por incentivar la siembra de árboles entre la población, a través del Plan Sierra y Quisqueya Verde.
No obstante, hoy más que nunca es urgente duplicar nuestra capacidad boscosa debido a las transformaciones progresivas del ecosistema universal, lo que ha originado devastaciones de extensas zonas agrícolas, pastos y bosques por la falta de agua tanto en República Dominicana como en otras naciones de Centroamérica y El Caribe.
Destrucción Forestal
El territorio dominicano ha sido víctima de la explotación indiscriminada de sus bosques y por consiguiente la destrucción forestal. Hacia 1940, la capacidad boscosa del país era de un 70%, pero la tala masiva de árboles y de comercialización de maderas exportables hizo que descendiera bruscamente a un 22.9 por ciento, según estudio de la FAO, efectuado en 1973.
La propia FAO determinó en 1980 que la cobertura forestal del país era apenas de 19.6 por ciento.
¿Hasta cuándo estaremos permitiendo la extracción de arena y gravilla de los ríos que todavía producen agua en el país?
Hay que tomar conciencia sobre el agotamiento de la producción de agua en la República Dominicana y de la magnitud de la sequia que desde hace meses nos afecta.
La tala de árboles es una odiosa práctica de campesinos sin
tierra para sembrar sus cultivos que junto a la comercialización de la madera han ocasionado la desaparición de centenares de ríos y arroyos en los últimos cincuenta años.
En ese sentido, se impone una cruzada nacional de concientización y preservación de los bosques y ríos en la que participen las autoridades y toda la población. Es cuestión de lógica, o asumimos esa responsabilidad colectiva o nos quedamos sin el vital líquido lo que evidentemente generaría una verdadera catástrofe de dimensiones inimaginables.
Jueves, 13 de agosto del 2015