Durante la campaña electoral, y luego en su discurso de toma de posesión, Danilo Medina prometió la solución de los angustiantes problemas nacionales durante su gestión de cuatro años, pues no aspiraba re postularse ya que para ello habría que comerse un tiburón podrido y echar al zafacón los principios.
A tres años de gestión puedo decir, sin apasionamiento, que ha sido un total fracaso. Pero dejemos que sean los hechos los que hablen:
Juró que sería “implacable con los deshonestos, los oportunistas y los soberbios.” (Lejos de someter a la justicia a los corruptos ha hecho pactos políticos con ellos y los ha mantenido en sus cargos garantizándole impunidad)
Dijo que garantizaría “la transparencia”, que elevaría “la calidad del gasto público” y que su gestión sería “austera, cada vez más profesional y efectiva”. (Solo en un hospital se “descubrieron” más de 400 botellas. Los altos salarios y privilegios de los funcionarios constituyen una aberración)
“Nuestro gobierno será intolerante con actos de deshonestidad o de despilfarro de los recursos…” (No me hagan reír que tengo los labios partidos)
El programa “Quisqueya sin miseria”, ofrecido con bombos y platillos, solo existe entre los funcionarios que resolvieron sus problemas económicos por el reto de sus vidas.
“La eliminación del analfabetismo” (Evo Morales lo resolvió en 17 meses en Bolivia), a tres años aun es tarea pendiente.
“La revolución educativa” es una contrarrevolución de varilla y cemento a pesar de la inversión del 4% del PIB pues el país se encuentra entre los últimos del mundo. De 148 analizados el nuestro ocupa el nada envidiable 146.
“No vamos a tolerar que la salud sea una cuestión de poder adquisitivo“. (Un ex gobernador del Banco Central llegó a una clínica con un infarto, pero no lo quisieron atender hasta que no buscara un millón de pesos por adelantado)
El Ministro Administrativo de la Presidencia afirma que es imposible otorgarle el 5% del PIB como reclaman los médicos al sector salud, que es el promedio de los países del área. (Los hospitales públicos siguen siendo un desastre. El salario del personal médico y paramédico es uno de los más bajos del continente)
“Garantizamos que toda familia empobrecida, será incorporada al Seguro Familiar de Salud, antes de concluir el 2015”. (Falso de toda falsedad)
Prometió “Tolerancia Cero” a la violencia familiar y de género. El programa “¡Vive Mujer!” se convirtió en ¡Muere Mujer! (Nunca como ahora se ha producido más violencia y más feminicidios)
De igual modo la seguridad ciudadana fracasó por la falta de políticas públicas. El programa “Vivir tranquilo” desapareció entre asaltos, crímenes, secuestros y atracos a toda hora del día y de la noche. (Nadie está seguro en ningún lugar)
La dirección nacional de ética e integridad gubermental nunca funcionó. Hasta su responsable mintió cuando hizo su declaración jurada de bienes, declaración ésta que a tres años de gobierno, la mayoría de los funcionarios no la han hecho, en franca violación a la ley.
Los 10 millones de turistas que prometió el presidente Medina, no llegan.
El “ambicioso programa de titulación de tierras” se lo tragó la tierra.
A pesar de haber “declarado el sector eléctrico de Alta y Estratégica Prioridad para el Desarrollo Económico Nacional”, los apagones continúan y las tarifas muy altas con una deuda que ronda los mil millones de dólares a los insaciables generadores.
Danilo Medina ha sido un fracaso en Educación, salud, energía, empleo, vivienda, seguridad ciudadana, agricultura, justicia, etc., a pesar de haber endeudo el país como ningún otro mandatario en menos de cuatro años.
No lo digo yo, lo dice el Ministro Montalvo en una nota publicada por el diario HOY: “…los problemas del país son infinitos porque no hay ninguno resuelto y con razón la ciudadanía demanda”.
El inefable Temístocles Montas, ministro de Planificación y Desarrollo, sin que nadie le preguntara, fue más lejos aun hablando sobre la incompetencia del gobierno.
Un presidente que no ha cumplido sus promesas, que miente una y otra vez, como Pinocho, no merece ser reelegido. No se ha ganado ese privilegio. Lo que no hizo en cuatro, tampoco lo hará en ocho.