Por: Nellys del Orbe
República Dominicana está entre los países con mayor número de feminicidios en el mundo, con una tasa entre 3 y 6 muertes por cada 100 mil mujeres.
En los últimos diez años, 1930 mujeres han sido asesinadas en la República Dominicana, la mayoría a manos de su pareja, ex pareja, novio, algún familiar… Esto significa, que inter diario la vida de una mujer es sesgada; que quince mujeres ven llegar el final de su existencia cada mes.
En el año 2014, 188 feminicidios y homicidios ocurrieron en el país, afectando a mujeres de todas las edades, pero principalmente jóvenes, niñas y adolescentes.
De acuerdo a las estadísticas publicadas por la Procuraduría General de la República Dominicana, como consecuencia de la violencia, 22 mujeres en edades de 0 a 17 años perdieron la vida, lo que equivale a un 12%; la mayor cantidad de muertes corresponde a mujeres en edades de 18 a 34 años, 104 víctimas, para un 55%; entre 35 y 51 años fueron asesinadas 35 mujeres, correspondiente a un 19%; 16 féminas de 52 a 68 años perdieron la vida, para un 8%; y de más de 68 años, 5 damas, igual a un 3%, dejó de existir por causa de la violencia.
Conforme a esas mismas estadísticas, podemos apreciar que Santo Domingo es la provincia más hostigada por este tipo de violencia, con 36 muertes, seguida por Santiago, con 28; en tercer lugar tenemos el Distrito Nacional y La Altagracia, ambas con 13 mujeres fallecidas; en cuarta posición figura San Cristóbal, con 10; luego La Vega, 7 asesinatos; Puerto Plata con 6; Hermanas Mirabal 5; y con 4 las provincias Azua, Barahona, Duarte, Hato Mayor, Romana, Monseñor Nouel, Monte Plata y San Juan; las demás tuvieron entre 3 y 1 muertes por provincia.
No han sido suficientes, los esfuerzos llevados a cabo por las instituciones estatales e instancias de la sociedad civil, a través de programas de concientización mediante charlas, conferencias, cursos… para tratar de mermar este flagelo que cada año deja en la orfandad a cientos de niñ@s. La violencia intrafamiliar, de género, la violencia contra la mujer, sigue su ruta ascendente cada día. Esto se ha constituido, además, en un problema social, de Salud y de trasgresión a los Derechos Humanos, tal como lo establecen el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el mundo, una de cada tres mujeres ha visto sus derechos como ser humano vulnerados por algún tipo de agresión en cierta etapa de su vida.
En la República Dominicana existen las herramientas legales para penalizar los actos de violencia llevados a cabo contra la mujer, niñ@s y adolescentes. La Ley 136-03, contentiva del Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de los Niños, Niñas y Adolescentes es bien amplia en ese sentido, al igual que la ley 24-97, que sanciona la violencia contra la mujer, doméstica e intrafamiliar. En ambas legislaciones se solicita a la ciudadanía denunciar esos abusos.
No obstante, los instrumentos jurídicos no pueden ser eficaces, porque la debilidad institucional aflora por doquier carcomiendo los diversos estamentos de una sociedad cuyos políticos no terminan de convertirse en estadistas, porque piensan y actúan de acuerdo a sus conveniencias personales, y no tomando en cuenta los intereses de la nación. Como decía Winston Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.
Es hora de que todos los sectores preocupados por el rumbo que lleva esta nación, sin importar ideologías políticas ni religiosas, nos decidamos a aportar nuestro granito de arena para enfrentar un fenómeno que, como la violencia en sus diferentes manifestaciones, y como consecuencia de la debilidad institucional, está destruyendo esta sociedad, y terminará dejándonos sin familia, sin nación, sin Estado, sin patria.
Debemos trabajar para disminuir, hasta detener, este problema, y ello sólo se logra con la educación en la prevención de la violencia. Hay que tratar el origen y causas estructurales, educando para promover en nuestros niños una relación de respeto e igualdad de género, para que crezcan como adultos sanos y sin complejos ni prejuicios. Entonces, y sólo entonces, podremos tener en el mañana una sociedad diferente y sin violencia.
Necesitamos dar y recibir el apoyo de todos para poder lograrlo. Atrévete a colaborar para cambiar la actitud violenta, la conducta, la costumbre, el comportamiento, la forma de proceder… de nuestros niños, jóvenes y adolescentes. Comunícate con nosotros y contribuye en la forma que lo consideres conveniente, de acuerdo a tus posibilidades (con tu aporte como profesional de la salud, la educación, la psicología, el derecho, la comunicación, apadrinando campañas y actividades, a nivel económico…)
Acércate por cualquier vía a la Fundación Basta Ya, organización nacida para apoyar a nivel legal y psicológico a víctimas de violencia.