Quito (PL).- Declarada por el gobierno Patrimonio Cultural del Estado Ecuatoriano, la Capilla del Hombre se levanta a tres mil metros sobre el nivel del mar en el cerro quiteño de Guanguiltagua como una joya de la arquitectura moderna.
Por Yudith Díaz Gazán
El pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín (1919-1999), cual gigante de la plástica y mago del pincel, fue quien ideó la construcción de ese museo considerado por la Organización de Naciones Unidas para Educación, Ciencia y Cultura (Unesco), como proyecto prioritario cultural.
Guayasamín falleció el 10 de marzo de 1999 de un paro cardíaco en la ciudad de Baltimore, Estados Unidos, aún sin ver finalizado ese proyecto, pero su propósito de difundir la cultura y el conocimiento como forma de liberar al pueblo vive en pleno corazón quiteño.
La iniciativa empezó con la Fundación Guayasamín el 26 de julio de 1976; así como con la apertura de tres museos, un auditorio, una biblioteca especializada en arte, un taller de restauración y otro de gráfica.
En la prolífica obra del artista se incluyen retratos a personalidades como el líder de la Revolución cubana Fidel Castro y el actual presidente de ese país, Raúl Castro; también a Francois (1916-1996) y Danielle Mitterrand (1924 -2011), y a la premio Nobel de la Paz, Rigoberto Menchú.
El actual museo Capilla del Hombre es un espacio dedicado al latinoamericano que vive en un entorno de injusticias y discriminación, según expresó el propio Guayasamín.
Ya como Centro Cultural, el sitio ofrece -a través del arte- respuestas a la necesidad de rendir homenaje al ser humano, y a sus pueblos e identidades.
El pintor pensó el lugar como el área para invitar a la reflexión de la historia desde el punto de vista de América Latina, con sus logros y sufrimientos proyectados al futuro.
Un futuro mejor, solidario y justo para con nosotros mismos, insistió muchas veces el artista identificado con los desposeídos de la tierra, los pueblos discriminados, las mujeres, los niños, las víctimas de las guerras y las torturas de toda especie.
En el entorno de la Capilla del Hombre se conjugan arquitectura, cuadros, murales, esculturas, espacios abiertos y el mensaje de compromiso con los Derechos Humanos, la Paz y la Solidaridad.
Para el humanista y filósofo, levantar en vida la Capilla significaba exponer 300 de sus obras, y dejar plasmado hacia la eternidad su pensamiento.
Las ideas del maestro se reflejan en cada rincón de la casa museo, donde permanece su obra humanista, que pronuncia el dolor y la miseria soportada por la mayor parte de la humanidad.
En las obras expuestas en la Capilla del Hombre, Guayasamín denuncia la violencia en el siglo xx, marcado por guerras, genocidios, campos de concentración, dictaduras, desapariciones humanas y torturas.
Cada pincel tiene su propio lenguaje, dijo alguna vez el insigne artista, quien se autodefinió como extremadamente sensible porque muchos de sus cuadros los pintaba con lágrimas y otros, con odio.
Esas lágrimas contra las dictaduras y los poderes se pueden apreciar en la sección de la instalación denominada Huacayñan, palabra indígena que significa El Camino del Llanto.
La serie de 103 cuadros es una visión de los pueblos mestizos, indios y negros que muestra expresiones de alegría, tristeza, tradición, identidad y religión en los países andinos.
Otra de las secciones de la exposición es La Edad de la Ira, centrada en las guerras, la violencia y los episodios vividos por el artista alrededor de la muerte.
Mientras, muchas pinturas muestran con fiereza el dolor que provocaron los dictadores del siglo XX con genocidios y la angustia de las madres ante la perdida de sus hijos.
Todo ello enfatizado en trazos de rostros con marcados rasgos indígenas, ojos rasgados, boca grande con labios carnosos y cabellos largos y lisos.
La serie de 100 obras Mientras vivo, siempre te recuerdo -etapa conocida como La Edad de la Ternura, dedicada a su madre y las madres del mundo- destaca con infinidad de colores.
Guayasamín, formado en la Escuela de Bellas Artes de Quito, también hizo paisajes y flores secas o muertas que le sirvieron como medio para mostrar su estado de ánimo en al menos 250 piezas.
Además, dedicó su ingenio a las esculturas, entre las cuales sobresalen dos en Ecuador: A la Patria Joven (en Guayaquil) y A la Resistencia (en la ciudad de Rumiñahui).
De guayabera blanca, cabello canoso, mirada aguda y rasgos que no ocultaban su descendencia indígena, creía que la música, la poesía y la literatura tienen interventores, en cambio la pintura no, porque con las manos teñimos lo quepensamos y sentimos.
Poco antes de morir, este artista expresó que la plástica es el único arte que no tiene mediadores.
En noviembre de 1999, la Unesco designó como pintor de Iberoamérica a Oswaldo Guayasamín, cuyos restos permanecen en la Capilla del Hombre, en el árbol de la vida, donde él pidió fueran colocadas sus cenizas dentro de una vasija de barro.